¿Pero quién quiere a los ingleses en Europa?, dice en portada el periódico satírico francés Charlie Hebdo. Según se acerca el momento en que Francia pierda la AAA en su deuda soberana, se respira ambiente de nerviosismo en París. A pesar de que esta semana tanto Sarkozy como el ministro de Exteriores Juppe dijeron que no sería una catástrofe que las agencias de calificación rebajaran la nota francesa, el gobernador del banco central se ha soltado hoy con lo que podríamos llamar un buen ataque de cuernos.
Christian Noyer ha dicho que la rebaja no estaría justificada en absoluto. Si acaso, tenían que empezar con bajarle los humos mirar al Reino Unido, «que tiene un déficit mayor, la misma deuda, más inflación, crecimiento más débil, y donde el crédito bancario se ha derrumbado».
Por mucho que truene Noyer, los mercados ya la dan por hecha . El coste de asegurar la deuda francesa es mayor que el de países con peor nota, como Brasil, México o Indonesia.
La decepción por la AAA no será nada comparado con el desastre que se producirá si se confirma que varios países europeos tienen dudas ahora sobre el acuerdo que impuso el tándem Merkozy. El Gobierno irlandés aún no sabe si se verá obligado a convocar un referéndum para ratificarlo.
¿Uno o dos si el primero sale negativo?