Elor Azaria levantó su fusil y disparó a la cabeza a un palestino herido e inmóvil en el suelo en Hebrón. Sus compañeros estaban cerca, ya tranquilos, después de haber matado a un joven y herido a otro que les habían atacado con cuchillos minutos antes. Fue un asesinato a sangre fría en una situación ya controlada por otros militares. Nadie estaba en peligro cuando Azaria –que resulta ser un médico militar con rango de sargento– decidió tomarse la justicia por su mano.
El militar fue declarado culpable de homicidio en un consejo de guerra y el martes escuchó la pena que le correspondía: 18 meses, de los que probablemente sólo cumpla la mitad. El fiscal había pedido una pena de tres a cinco años de prisión. Azaria nunca mostró ningún arrepentimiento por sus actos.
Un periodista que siguió varios sesiones de la vista recuerda ahora que el desenlace era previsible. Los periodistas que cubrieron el juicio daban por hecho el resultado. «Azaria sería declarado culpable pero recibiría una pena relativamente menor. Había también rumores entre los periodistas que decían que los abogados de ambas partes eran parte de la solución. Después de todo, ese resultado era lo que convenía al sistema».
El Ejército recibió duras críticas por llevar a juicio al sargento. Algunos ministros del Gobierno de Netanyahu consideraban a Azaria un héroe. Los militares no tenían otra alternativa. De lo contrario, cualquier soldado en el futuro habría hecho lo mismo saltándose las órdenes de sus superiores. Netanyahu apoyó en público la decisión de la cúpula militar, pero se apresuró a llamar a los familiares del acusado para mostrarles su solidaridad.
En realidad, Azaria fue procesado porque un vídeo rodado desde una casa cercana revelaba exactamente lo ocurrido. No había manera de dar otra versión ni de alegar que el sargento había disparado en defensa propia o para proteger a sus compañeros. Sin el vídeo, no habría habido juicio.
Después de la comunicación de la pena, un ministro del Likud pidió que el militar sea indultado. Pueden hacerlo el jefe de las FFAA o el presidente del país. Las encuestas indican que esa sería la opción correcta para la población judía de Israel.
Cualquier palestino que hubiera disparado a un israelí moribundo en el suelo habría recibido una condena de muchos años de cárcel. A finales de 2015, el Parlamento israelí reformó la ley para que los palestinos detenidos por lanzar piedras a vehículos o personas sean castigados por una pena mínima de tres años, que será superior si provocan daños físicos en las víctimas.
Disparar a matar cuando no hay ninguna razón que lo justifique tiene castigos diferentes en Israel en función de la identidad del autor. No ya según lo que pueda pensar la opinión pública, sino según los tribunales de justicia.
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