Hay un país de Europa donde los bares y restaurantes no han parado de servir copas y platos y las peluquerías están abiertas. Ese país es Suecia, que está embarcada en la estrategia de inmunidad de grupo sin las medidas drásticas que caracterizan a otros países. El experimento no está exento de riesgos. 591 personas han muerto por coronavirus desde el inicio de la crisis. Una iniciativa del Gobierno en el Parlamento podría indicar que ya están preparando el plan B.
Reino Unido jugó durante un tiempo con la idea de formar inmunidad de grupo hasta que el Gobierno tiró la toalla. Hoy tiene 55.000 casos, 3.634 muertos y a su primer ministro en la UCI de un hospital. Suecia (10 millones de habitantes) no ha sufrido tantos sobresaltos y su Gobierno parece contar con el apoyo de la opinión pública.
Al otro lado de la frontera, Noruega (5,5 millones de habitantes) ha adoptado un estilo muy diferente con las medidas restrictivas habituales en Europa. Su cifra de muertos hasta ahora es de 88.
El primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Lofven, se puso en manos del responsable de epidemiología de la Agencia Pública de Salud. Anders Tegnell lidera un programa que se basa en recomendaciones a los ciudadanos y en limitar al máximo las prohibiciones con lo que no se castiga en exceso a la vida económica del país. Las concentraciones de más de 50 personas no están permitidas, pero los colegios de primaria están abiertos. Los alumnos de secundaria y universidad reciben las clases vía internet. Bares, restaurantes y gimnasios siguen abiertos al público y en las terrazas de los primeros abunda la gente. Se recomienda el teletrabajo, con lo que muchas oficinas casi están vacías.
«Todos los países están intentando hacer lo mismo», ha explicado Tegnell. «Nosotros estamos intentando que (la enfermedad) se extienda lo más lentamente lo posible. No encontrarán a nadie en el mundo que esté trabajando en esto y que piense que puede erradicar la enfermedad».
En el estilo habitual de la sociedad sueca, el Gobierno ha preferido optar por apelaciones a la responsabilidad ciudadana. Por eso, se pide a la gente que guarde distancias en público y que no hagan viajes en las vacaciones de Semana Santa. Las imágenes del centro de Estocolmo revelan que cada uno respeta las recomendaciones a su manera.
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