El periodista de The Times Anthony Loyd encontró en agosto a un viejo conocido en un vídeo en el que se veía a un grupo de insurgentes trasladado por el Ejército turco al norte de Siria para expulsar al ISIS de esa zona fronteriza y –mucho más importante– hacer lo mismo con las milicias kurdas del YPG. No era precisamente un viejo amigo, porque Hakim Abu Jamal fue quien le disparó dos veces:
«Fue con una cierta sorpresa al ver un vídeo de los rebeldes victoriosos y apoyados por Occidente con que descubrí el rostro del último aliado de EEUU en la guerra contra ISIS en Siria. Era el rostro del hombre a quien vi por última vez en mayo de 2014 cuando se inclinó sobre mí para dispararme dos veces en el tobillo izquierdo casi a quemarropa mientras yo tenía las manos atadas. Era el castigo por haber intentado escapar de su banda de secuestradores que esperaba venderme (a otro grupo sirio).
Me disparó ante una multitud de curiosos, después de recibir una brutal paliza, denunciándome como ‘espía de la CIA’. Ahora, según parece, trabaja para ellos».
Hakim Abu Jamal es otro de los muchos criminales empleados por los distintos bandos que combaten en Siria. En 2014 ayudaba a algunos periodistas occidentales y de hecho invitó a su casa a Anthony Loyd y a su compañero Jack Hill. Al día siguiente, los secuestró para conseguir dinero con el que comprar armas. La forma más rápida de obtener fondos no hubiera sido pedir rescate al periódico de esos reporteros o a su Gobierno, sino a otro grupo insurgente con mayor capacidad para retenerlos durante más tiempo (y por tanto, para poder exigir un rescate mayor).
Abu Jamal forma parte de al-Fawj al-Awwal, un grupo que opera en la provincia de Alepo y que Anthony Loyd identifica como uno de los que están controlados o financiados por la CIA. La iniciativa de la ofensiva turca sobre el norte de Siria ha partido del Gobierno de Erdogan, no de EEUU, para eliminar cualquier posibilidad de que los kurdos sirios puedan reunir las ciudades que han conseguido arrebatar al ISIS para establecer un embrión de Estado o zona controlada por ellos a lo largo del norte del país. Y en esta última invasión turca, aviones norteamericanos han cubierto con ataques aéreos el avance de los grupos sirios que los acompañan. Así, EEUU consigue apoyar a dos bandos enfrentados, porque en el último año ha hecho lo mismo con las milicias kurdas que han combatido contra ISIS.
Además, varios de los grupos sirios que colaboran ahora con Turquía han recibido apoyo de la CIA, en forma de dinero y armamento.
Entre esos grupos, también está el que asesinó en Alepo a un niño palestino de 12 años en julio porque su padre formaba parte de una milicia aliada con el Gobierno sirio. No sólo lo decapitaron, sino que lo grabaron en vídeo.
En ambos casos, esos grupos son definidos como «moderados» sencillamente por no ser ISIS o el Frente Al Nusra, ahora con un nuevo nombre con el que poner fin supuestamente a su relación con Al Qaeda. Son bandas que han cometido crímenes de guerra, según una denuncia reciente de Amnistía Internacional. En el caso de Abu Jamal, el testimonio del periodista de The Times lo confirma sin ningún género de dudas. Y Loyd no es el único que conoce sus antecedentes:
«Algunos activistas sirios que conocen la historia de Hakim Anza (otro de los nombres que usa Abu Jamal) estaban furiosos al verle en Facebook y Twitter alardeando de sus triunfos. ‘Es inaudito’, me dijo uno con la condición de que no diera su nombre, alguien que conocía a Hakim y que confirmó su identidad al verlo en el vídeo. «Cómo puede ser que un hombre como Hakim con un conocido pasado criminal como el suyo sea presentado por EEUU como una especie de héroe, recibiendo dinero y apoyo aéreo, mientras la gente honrada de Tal Rafat vive refugiada en Turquía sin recibir ninguna ayuda exterior».
Norteamericanos y turcos tienen otras prioridades y en ellas un criminal como Abu Jamal cuenta con un papel protagonista.