La polémica sobre el turismo en España se ha convertido en un excelente test de Rorschach sobre el interés que despierta el problema de la vivienda en partidos políticos y medios de comunicación. Y quien dice vivienda, dice también por extensión la sostenibilidad de la vida en las ciudades, eso que se suele denominar calidad de vida.
La constatación de la invasión de los pisos turísticos en varias ciudades de España llevaba tiempo apareciendo en algunos medios como el típico problema en el que sólo unos pocos se habían percatado hasta ahora y que comenzaba a tener dimensiones preocupantes. Se enfrentaba al silencio oficial de la mayoría de las instituciones que cuentan con competencias, porque en España las comunidades autónomas se dividen en dos en relación al turismo: las que quieren promocionarse como destino turístico y recibir más turistas, y las que ya reciben muchísimos y no creen que pueda haber un límite: quieren más.
De vez en cuando, se escuchan voces que piden buscar un turista con más poder adquisitivo, pero lo hacen con la boca pequeña y para aparentar. Ante la duda, más turistas, no importa cómo, de dónde y a qué precio.
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