En materia de secretos de Estado, los gobiernos siempre tienen más información que los medios de comunicación, aunque en pocas ocasiones están dispuestos a difundirla. En Israel, su primer ministro acaba de hacer una gran revelación, no distribuyendo documentos inéditos con el sello ‘Top Secret’, sino con una actuación personal en el ‘prime time’ televisivo con gráficos y atrezzo en el escenario.
Binyamín Netanyahu anunció en un escenario montado a tal efecto que Irán miente sobre su cumplimiento del acuerdo nuclear que firmó junto a EEUU y la UE. El único problema: la información que facilitó pertenece en el mejor de los casos al pasado reciente, a los años anteriores a la firma de ese acuerdo. Aun más, en su mayor parte ya era conocida por los informes de la Organización Internacional de la Energía Atómica.
Varios medios de comunicación han destacado que el público al que se dirigía Netanyahu no era el israelí, sino una audiencia mucho más selecta formada por una persona: el presidente de EEUU. Cabe además la posibilidad de que su intención no fuera convencer a Donald Trump de que EEUU dé por cancelado el acuerdo con Irán, sino darle cobertura propagandística para que adopte una decisión que ya está tomada.
Pero en primer lugar vayamos con el espectáculo.
I just revealed something the world has never seen before. pic.twitter.com/dQhDpOxnjB
— PM of Israel (@IsraeliPM) 1 de mayo de 2018
Después de decir que iba a mostrar algo que «el mundo nunca ha visto antes», Netanyahu anunció que hace «unas pocas semanas» Israel descubrió «media tonelada de documentos secretos sobre las armas nucleares de Irán». Se giró y quitó las sábanas negras que ocultaban un armario con archivadores con 55.000 páginas y un panel con 183 cedés (que albergan 55.000 archivos), «una copia exacta» de todos esos documentos. Atrezzo (con unas cifras que suscitan incredulidad). La prueba de que Irán ha mentido y sigue mintiendo, dijo. Su conclusión: el acuerdo aceptado por Barack Obama y los gobiernos europeos «se basa en mentiras».
No había nada nuevo en la presentación ofrecida por Netanyahu. Lo más importante estaba en el informe que la OIEA presentó en 2011, incluido el aspecto más peligroso, la investigación iraní para conseguir colocar una cabeza nuclear en un misil. El acuerdo se firmó precisamente para impedir que Irán prosiguiera con ese proceso, en el caso de que tuviera como objetivo final y decidido la construcción de un arma nuclear, lo que nunca se confirmó. En cualquier caso, Irán contaba con un programa de enriquecimiento de uranio con un nivel de desarrollo que le permitía obtener material de fisión suficiente para fabricar una bomba o varias.
El acuerdo consistía en que Irán se comprometía a abandonar cualquier proyecto militar y permitía que los inspectores de la OIEA revisaran todas las instalaciones, incluidas aquellas escondidas en lugares fuera del alcance de los aviones israelíes. Según los informes emitidos por esa organización internacional, los iraníes han cumplido hasta ahora su parte del trato.
«Lo que él (Netanyahu) ha revelado con todo detalle no es noticia», dijo Daryl Kimball, director de Arms Control Association. «El hecho de que Irán experimentara con diseños de cabezas nucleares, y que en un momento dado tuviera un programa armamentístico activo, hace aún más vital que el acuerdo continúe en vigor para impedir que Irán consiga rápidamente material de fisión suficiente, aunque sea para una sola bomba».
Buena parte de esas conclusiones ya estaban en el informe de los servicios de inteligencia norteamericanos de 2007 sobre el programa nuclear. Hay que recordar que ese informe fue recibido como una completa decepción por los altos cargos de la Administración de George Bush que promovían un ataque a Irán antes del final de esa presidencia.
Sobre la capacidad de los misiles balísticos iraníes, la información facilitada por Netanyahu desmiente algunas de sus conclusiones. El diseño de la cabeza nuclear que aparece en algunos gráficos no es consistente con los misiles iraníes producidos a partir de 2004.
Netanyahu utilizó quince veces la palabra ‘secreto’ en su intervención televisiva. Un secreto que conoce todo el mundo.
In an arms control agreement, you always foresee that the other side will try to cheat. The monitoring mechanism is to make it difficult or ideally impossible.
— Gérard Araud (@GerardAraud) April 30, 2018
El embajador francés en Washington dejó claro sin citar a Netanyahu por qué el acuerdo es imprescindible: «En un acuerdo de control de armamentos, siempre das por hecho que el otro bando intentará engañarte. El mecanismo de vigilancia consiste en hacer que eso sea muy difícil o a poder ser imposible».
Viene a ser algo parecido a lo que dijo el secretario de Defensa de EEUU, James Mattis, el jueves, cuando dijo que había leído el acuerdo tres veces y su conclusión era que «está escrito bajo la presunción de que Irán intentará engañar». Lo que no ha ocurrido hasta ahora, según la OIEA y los gobiernos europeos.
En esto último coincide el jefe de las FFAA israelíes, el general Gadi Eisenkot: «Ahora mismo, el acuerdo, con todos sus defectos, está funcionando y retrasando la realización de la visión nuclear de Irán de diez a quince años». Lo que es a fin de cuentas la razón de que se firmara el acuerdo.
Los lectores del New York Times tuvieron que esperar hasta el párrafo 17º de la información para descubrir que la información revelada por Netanyahu sobre un programa armamentístico iraní ya era conocida desde hace años, obviamente desde antes de la firma del acuerdo. Esa parte del programa nuclear se suspendió en 2003, cuando la invasión de EEUU acabó en la práctica con la amenaza de un programa iraquí de armas de destrucción masiva, programa que en realidad ya no existía en ese momento.
Las partes supuestamente secretas de esos planes iraníes –incluidas las imágenes de los diseños de las cabezas nucleares– ya fueron comunicadas por la OIEA en 2008 a los gobiernos de todo el mundo.
Eso no impidió que el NYT diera salida en el artículo antes de todo esto a la versión israelí de que los documentos mostrados por Netanyahu fueron sacados por el Mossad en enero de este año de un almacén en Teherán, aparentemente con muy poca protección, después de que fueran localizados en febrero de 2016. El NYT nunca desaprovecha la oportunidad de resaltar la capacidad milagrosa del Mossad de infiltrarse en los lugares secretos más protegidos de sus enemigos. Probablemente, terminen haciendo una película.
La intervención televisiva del primer ministro israelí ha hecho que se recuerden otras, como esta de 2002 ante una Comisión del Congreso de EEUU cuando confirmó sin ningún género de dudas que el régimen de Sadam Hussein contaba con un programa activo de armas nucleares.
La Casa Blanca cometió un tragicómico error al afirmar en un comunicado posterior al discurso de Netanyahu que Irán «tiene» (en presente) un programa de armas nucleares, algo que ni siquiera Netanyahu se atrevió a decir. Luego tuvo que rectificar y poner ese verbo en pasado: «tenía». Es una singular muestra de incompetencia, pero quizá también el aviso de algo peor y nada divertido, que Trump ya ha tomado la decisión de abandonar el acuerdo nuclear y que todo lo que pase en los próximos días es una representación teatral para preparar la noticia. La intervención de Netanyahu sería entonces sólo un elemento más de esa estrategia de propaganda.