Ciudadanos va allí donde no le quieren. Se presenta en localidades donde el partido es casi irrelevante confiando en que le reciban con abucheos e insultos. Es capaz de asistir a una manifestación como la del Orgullo aportando un porcentaje reducido de participantes sobre el total y quedarse con todos los titulares por los gritos que recibieron y el bloqueo de su marcha. El resto se pregunta: ¿hemos caído en la trampa?
Pero si en la celebración del Orgullo del pasado fin de semana no hubiera habido ningún grito ni mal gesto, Ciudadanos alardearía luego de que no se les puede criticar por pactar con Vox o recibir sus votos en las instituciones si ni siquiera les denunciaron por ello en esa concentración. Algunos de los participantes se preguntarían en este segundo caso: ¿hemos caído en la trampa?
Es una estrategia preparada para las dos opciones de la que el partido está muy orgulloso, según un informe interno. También es verdad que es habitual que las direcciones de los partidos encarguen informes para consumo de sus dirigentes que destaquen que su líder es maravilloso, atrae fantásticas muestras de apoyo y los ciegos recuperan la vista con sólo tocar su ropa. En este caso, el informe deja claro además la opinión de sus autores: cuanto más follón, más atención recabaremos.
Lo que cuenta es la apariencia. Dicho en términos televisivos, los planos cortos. La imagen completa ofrece a veces una impresión diferente. Un informe de la Jefatura Superior de Policía afirma que no hubo «agresiones físicas» contra los miembros de Ciudadanos en la concentración, según informa El País. Sólo insultos y lanzamiento de agua y de una botella vacía de plástico que no dio a nadie. También apunta que la comitiva de Cs no siguió las recomendaciones policiales que pretendían reducir el riesgo de incidentes más graves. Pero sin incidentes, no había noticia, ni imágenes ni forma de estirar la historia el día después.
Esta estrategia de propaganda necesita algún impulso posterior. De lo contrario, su efecto se limitaría a unas doce o 24 horas. Hay que invertir en ella para obtener el máximo rendimiento sacando a los dirigentes a extender el mensaje. Lo hacen en los medios de comunicación dispuestos a convertir la movilización masiva en favor de los derechos LGTBi en una historia a favor de los derechos de Ciudadanos, mucho más importantes que esa gente que ha estado marginada o perseguida durante décadas o siglos. Qué sabrán estos últimos de persecuciones.
No sé cómo se les ocurre a los LGTB ir al día de Cs.
— Raúl Herrera García (@raul230280) 7 de julio de 2019
Las televisiones, ávidas siempre de conseguir imágenes de enfrentamientos, son las que se unen con más intensidad a la causa. Y además esta vez hay un titular asegurado que facilita las cosas a todos: Ciudadanos ha exigido la dimisión del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, por decir que esa relación ahora sí-ahora no con Vox, pero siempre reclamando el voto de la extrema derecha en los plenos de investidura, tendrá consecuencias. Que tendrá consecuencias políticas es bastante obvio.
Inés Arrimadas se subió a la cosechadora el lunes para recoger el fruto y además se ocupó de sembrar al mismo tiempo. Acusó a Marlaska de «poner en la diana» a Ciudadanos, que es la misma acusación que recibía de forma frecuente la izquierda abertzale hace años cuando ETA existía. Ese es el nivel del muy civilizado debate político. Cuando denuncias a «los violentos» o «los radicales», conceptos que cuentan con una connotación muy singular desde hace tiempo en el mercado político, no es raro que termines acusando al ministro de Interior de incitación al asesinato. No hay que descartar ahora una visita a la Fiscalía, como hizo Albert Rivera después del viaje a Errenteria. Hubo fotos ante la sede con la denuncia en la mano y de ella no se ha sabido nada más desde entonces.
Pero si hay alguien al que le parece exagerado llegar a ese punto, que sepa que la de Arrimadas es la versión moderada de Ciudadanos. El senador gaditano Carlos Pérez ha comparado a su partido con Rosa Parks, la mujer de raza negra que fue detenida por no levantarse de su asiento en un autobús para dejarlo a un hombre blanco en Alabama en 1955. Esto puede incluirse en el apartado de los delirios de grandeza al utilizar en provecho propio a uno de los iconos de la lucha por los derechos civiles en EEUU. Lo mismo el senador Pérez piensa que los dirigentes de Ciudadanos están peor que los negros de Alabama en los años 50. Para que no hubiera dudas, incluyó en el tuit una foto de Parks y otra de las dirigentes de Cs que acudieron al Orgullo. Como dos gotas de agua.
Otro senador –se nota que envían a la Cámara Alta a lo mejor– se metió en la típica bronca de Twitter respondiendo a quien le dijo «pactáis con nazis» con una aseveración histórica para la que ni siquiera está preparada la Ley de Godwin: «La mayoría de los jerarcas nazis eran homosexuales», escribió Fran Carrillo Guerrero, que no tuvo el detalle de explicar su metodología de análisis histórico. Luego dijo que Twitter encaja mal las hipérboles, dado que la gente no había pillado su intención. Y que hay «demasiada crispación».
¿En serio? ¿Eso le parece, senador experto en la Alemania nazi y autor del libro –y esto no es un chiste para la ocasión– ‘Tus gestos te delatan. Las claves para ser un buen comunicador’?
A partir de ese nivel, los argumentos dejan de tener peso. Quizá sea una pérdida de tiempo recordar, como hace esta persona, que los organizadores del Orgullo elaboran un documento reivindicativo cada año –no se trata sólo de hacer un fiestorro para celebrar la diversidad, como dicen en Cs–, que Ciudadanos no quiso firmarlo y que el partido inició después una campaña de declaraciones acusando a los organizadores de ser unos intolerantes y cosas peores. Hay que tener valor para apuntar con el dedo a las víctimas de la discriminación, pero valor –en ese sentido– es lo que sobra en la política española.
En realidad, no. No es una pérdida de tiempo recordar cómo se organiza una concentración como la del Orgullo. Aunque eso no impedirá que aparezca después en un informe interno de Ciudadanos bajo el título de ÉXITO TOTAL.