Esta es la estadística que más daño personal le hará a Donald Trump, el empresario que se convirtió en una figura pública nacional gracias a un programa televisivo. Las primeras cifras de las audiencias de los dos programas que protagonizaron Joe Biden y él en la noche del jueves arrojan una clara victoria para el candidato demócrata. Biden obtuvo 12,7 millones de espectadores en ABC por 10,4 millones para Trump en NBC.
Además, las cifras desmienten los pronósticos más extendidos. Muchos pensaban que en esa batalla numérica Trump tenía toda la ventaja. Las audiencias televisivas suelen premiar la confrontación y las reacciones airadas. Una entrevista a Trump siempre será más entretenida, vista desde el lado perverso, que otra a Biden. El jueves quedó confirmado. Trump se metió en un duelo retórico con la entrevistadora, negó la evidencia y ofreció su repertorio habitual de frases contradictorias. Biden lanzó largas parrafadas sobre los asuntos políticos a los que da importancia con no demasiada energía.
Las cifras se refieren a los 60 minutos en que coincidieron ambos, de nueve a diez de la noche. No incluyen los datos de otras cadenas de NBC (MSNBC, canal de noticias) y CNBC (canal de información económica) que también emitieron el ‘town hall’ de Trump, así que la diferencia final será menor. Tampoco aparece el seguimiento online de los programas a través de distintas fuentes. Las televisiones no son ya las únicas fuentes de audiencia, con lo que sus datos no tienen la relevancia de años atrás.
Los datos conocidos arrojan algunas conclusiones que pueden ser algo aventuradas, pero que no conviene perder de vista. Desde luego, un cierto hartazgo. Es cierto que resulta mucho más atractivo un debate entre ambos candidatos que entrevistas por separado. Aun así, la suma de los espectadores de los dos programas se queda muy lejos de los 73 millones que hubo en el primer y de momento único debate de esta campaña.
Lo segundo, da la impresión de que la audiencia estaba algo más interesada en absorber una razonable dosis de aburrimiento televisivo para saber qué planes tiene Biden para la Casa Blanca si es elegido, en vez de presenciar otro espectáculo trumpiano de furia y despecho. Si el personaje televisivo ha dado ya todo de sí, en su caso sería extraño que el personaje político arrastre tanto apoyo como en 2016. Trump corre un serio peligro de que su reality diario vaya a ser cancelado por falta de audiencia.