Mucho antes de que se conozcan los resultados oficiales o de que se haya terminado el recuento de votos, es sencillo saber quién ha ganado las elecciones en EEUU. Sucede cuando las proyecciones de los medios de comunicación anuncian que un candidato superará la cifra de 270 votos electorales que le concederá la presidencia. Poco después, el candidato derrotado realiza un discurso («concession speech») en el que admite esa realidad que técnicamente aún no se ha producido. El gesto voluntario permite que la transición hasta el 20 de enero –si hay un cambio en el partido en el poder hasta que el vencedor toma posesión del cargo– se realice de forma pacífica, casi rutinaria.
Van Jones, doctor en Derecho y activista por el medio ambiente que ocupó un cargo de asesor en la Administración de Obama, ha grabado una charla TED (subtítulos en inglés) en la que plantea otra hipótesis que, si bien poco probable, no es imposible en las elecciones de este martes. ¿Qué pasaría si Trump no admitiera su derrota en el caso de que se produzca? ¿Tiene opciones legales para boicotear el proceso de recuento o interrumpirlo en el momento que le sea favorable antes de que se hayan escrutado todos los votos por correo?
La Constitución establece, según explica Jones, que en caso de que ningún candidato alcance los 270 votos electorales, sea la Cámara de Representantes la que decida el ganador. No votando de forma individual, sino por estados. Eso serviría para asegurar la reelección de Trump. Es lo que Van Jones llama «un golpe legal». Por eso, reclama que la gente salga a la calle de forma pacífica para protestar contra lo que considera que sería un fraude constitucional. Entre otras cosas, porque es muy probable que Trump consiga menos votos que Biden.
Todo suena un tanto exagerado, pero fue Trump el primero que dijo que las elecciones iban a estar manipuladas por el fraude en el voto por correo sin tener pruebas que le respalden. Eso ha hecho que muchos medios hayan sacado artículos bajo la premisa de qué podría pasar si el presidente no admite una posible derrota. A eso hay que sumar lo que ya se da por hecho: un ejército de abogados ha sido desplegado por ambos partidos en Florida y otros estados con el portátil preparado para presentar las demandas necesarias. Puede ser para solicitar un nuevo recuento, para impedirlo o para anular un grupo de votos sospechosos.
Los republicanos cuentan con la ventaja de contar con mayoría en el Tribunal Supremo. Eso fue muy útil en el año 2000.
Este tuit, difundido en la víspera de la jornada electoral y que ha sido marcado como engañoso por Twitter, es una vuelta de tuerca diferente. Se refiere a la decisión del Tribunal Supremo de no impedir que en Pennsylvania se haga como en comicios anteriores y se escruten los votos por correo llegados en los tres días posteriores al martes. El tono es alarmista como mínimo al predecir que habrá «violencia en las calles».
Trump ya utilizó fuerzas federales de policía para intervenir en algunas ciudades, en especial Portland, contra los manifestantes que protestaban contra el racismo institucional en la policía. Si hiciera lo mismo ahora, sería un buen ejemplo de eso que se ha llamado autogolpe, es decir, utilizar fuerzas policiales con la misión de evitar el cumplimiento de la ley.
Quizá todo se quede en una batería de tuits enfurecidos. Lo que es seguro es que Trump ha conseguido que la política norteamericana se convierta en un desquiciado pozo de especulaciones. Es un principio básico de la guerra psicológica conseguir que el adversario pierda los nervios y se convenza de que se enfrenta a una fuerza que se impondrá a cualquier precio.