La industria cárnica ha sido uno de los focos más peligrosos de la pandemia en Europa y EEUU. Las condiciones laborales están en la base de estos problemas. Mantener las distancias en la cadena de montaje resulta muy difícil. Aun así, lo peor es la falta de respeto habitual a la situación de los trabajadores. Las plantillas cuentan con un alto número de inmigrantes que no pueden permitirse perder el empleo. Las empresas se aprovechan de ellos sin importarles lo más mínimo las condiciones de seguridad. Un número muy pequeño de ellas controla todo un mercado.
En el caso de Alemania, la explotación laboral se extiende en muchas empresas a pesar de las protestas de los sindicatos.
John Oliver dedica a estas compañías un amplio espacio de su programa.
Los directivos y supervisores de una de las plantas de Tyson hacían apuestas sobre el número de operarios que se iban a contagiar de Covid. Sabían perfectamente lo que tenían entre manos.
En toda la industria cárnica norteamericana, se han contabilizado 57.000 contagios. 283 de sus trabajadores han muerto. Oliver no se limita a centrarse en los efectos de la pandemia. Sitúa todos esos problemas en un contexto mayor. El de un sector en el que se producen numerosos accidentes de trabajo con muy bajo número de inspecciones por el organismo regulador. Muchas lesiones graves son atendidas en el servicio de primeros auxilios de la planta, con lo que no están obligados a registrarlos como accidentes.
La multa media que impone el regulador para las irregularidades graves es de 3.717 dólares.