Las vacunas han sido el gran éxito de la lucha española contra la pandemia. Se peleó de forma indecible en la sanidad pública en los primeros y dramáticos meses de la emergencia, pero desgraciadamente ese era un combate contra un enemigo demasiado poderoso sin que existieran los medios necesarios. Con la vacunación, los resultados han estado a la altura del esfuerzo. En estos momentos, España es uno de los países del mundo con mayor porcentaje de vacunación por delante de Italia, Alemania, Francia y EEUU. Pero no sería España si alguien no intentara ofrecer el balance opuesto: todo es un desastre y nada funciona bien.
Era inevitable que fuera el Partido Popular en Madrid el que llevara la iniciativa en intentar emborronar ese punto positivo entre tantas noticias negativas. En un momento en que todos los países del mundo llevan meses corriendo para que la vacunación pueda neutralizar el avance de una enfermedad que no ha desaparecido, el consejero de Sanidad ofreció la frase de la semana. Acusó al Gobierno de haber hecho de la campaña de vacunación «una competición a ver quién pone más y más rápido», dijo Enrique Ruiz Escudero.
Se supone que esa era la idea. Vacunar lo más rápido posible. Pues va a ser que no. Qué prisas hay con sacar los datos para que unas comunidades autónomas salgan por delante de otras. Es lo que suelen decir los que figuran en los últimos puestos del escalafón. Madrid volvía a quedar atrás, como ocurrió en los primeros meses, y tocaba salir con excusas.
En términos propagandísticos, no es una idea ganadora viniendo del Gobierno cuya presidenta dijo hace unos meses: «Si no hubiera sido por el Gobierno, yo ya tendría Madrid vacunada al 100%». Lo anunció en abril sin que nadie supiera cómo hubiera conseguido Isabel Díaz Ayuso llegar al punto en el que no estaba ningún país del mundo. Por eso, Ruiz Escudero volvió el viernes a poner sobre la mesa el comodín de Barajas, que es lo que hace cuando tiene malas cartas, y a quejarse de que el Gobierno central no ponga más controles en el aeropuerto. Ofreció el dato de que se han detectado 418 positivos en viajeros internacionales en Barajas en este año.
Según los datos de la Consejería de Sanidad, entre el 1 de enero y el 22 de julio de 2021 se han producido 385.080 contagios en la comunidad. Incluso si Barajas hubiera estado cerrado en ese periodo de tiempo, algo que el Gobierno de Ayuso no ha osado pedir, resulta evidente que eso no habría detenido la pandemia.
De hecho, los datos de vacunación de Madrid más recientes no son tan horribles. Han acelerado en la última semana, al precio de crear largas colas ante el Hospital Isabel Zendal a más de 35 grados de temperatura, y ahora ya han puesto el 94,6% de las vacunas entregadas, un dato casi idéntico al de Catalunya y la Comunidad Valenciana. Eso está bien si hablamos de sanidad, pero si lo que cuenta es la política, no es suficiente. Hay que responder con ataques escandalizados porque, como ha dicho Ayuso esta semana, «el mal nunca descansa». No se puede dejar que Lucifer se adueñe del mérito de la vacunación y que nos condene a la maldición eterna.
Algunas comunidades han decidido abrir la vacunación a cualquiera que lo pida, incluidos los más jóvenes. ¿Hay vacunas para todos ahora mismo? Eso es más dudoso. Creas una lista de espera gigantesca y ya tienes excusa para quejarte de que no te llegan las dosis suficientes. En Galicia, se han superado. Antes de hacer pública esa convocatoria para jóvenes de entre 16 y 19 años, 6.000 de ellos ya se habían apuntado y conseguido su turno. ¿Cómo se enteraron? Nadie lo sabe. Cosa de meigas.
Lo que también es un misterio es saber qué pasó por la cabeza de la ministra de Sanidad cuando dio por hecho que será necesaria una tercera dosis de refuerzo de la vacuna. La única duda es elegir el momento adecuado. «Lo que habrá que determinar es cuándo empezamos», dijo Carolina Darias. Eso es una posibilidad que no se debe descartar, pero no existe evidencia científica que obligue a anunciarlo ahora. Las agencias del medicamento de Europa y EEUU no lo han decidido. Pfizer ya lo ha dicho, aunque es obvio que es parte interesada.
Resulta muy discutible empezar a anunciar que los países ricos necesitarán una tercera dosis, para la que seguro que querrán tener prioridad, mientras muchos países de África y Asia cuentan con porcentajes de vacunación muy pequeños. Llegará el momento en que los gobernantes europeos presumirán de tener vacunada a la inmensa mayoría de su población y creerán que esta historia ha terminado. Nada más lejos de la realidad. Cuanto más tiempo esté la enfermedad en circulación en el planeta, más posibilidades existirán de que aparezcan nuevas variantes que sean más capaces de saltar entre seres humanos o, lo que es lo mismo, de generar más contagios.
Darias además debería saber que si abre la puerta a la tercera dosis, a finales de año tendrá al Gobierno madrileño denunciando que no le llegan vacunas suficientes para esa etapa. Además de pedir más controles en Barajas para frenar a la última variante mientras pide que lleguen más turistas para disfrutar de la libertad a la madrileña. Lo importante es el titular. Lo demás es secundario, aunque te ocupe toda la jornada de trabajo.