Lo que no ocurrió hace más de diez años en Siria podría estar ocurriendo ahora. El Ejército sirio se ha venido abajo en cuestión de días en el norte del país. Los insurgentes, hasta ahora encerrados en la provincia de Idlib, han avanzado hasta la ciudad de Alepo, la mayor del país, con una facilidad inesperada. Este sábado, circulan informaciones no totalmente confirmadas que indican que está ocurriendo lo mismo en Hama, a 135 kilómetros al sur, que el ministro sirio de Defensa ha desmentido. Todo en cuestión de días, desde el miércoles.
La guerra civil siria nunca ha terminado, pero las posiciones estaban fijas desde hace años. El Gobierno no estaba en condiciones de tomar el control sobre Idlib y los insurgentes no tenían muchas posibilidades de avanzar hacia el sur. Años atrás, la intervención rusa con la Fuerza Aérea cerró cualquier debate sobre un posible hundimiento repentino del régimen de Asad. Su ayuda permitió al Gobierno recuperar el control de Alepo en 2016. Ahora ya se ha producido la respuesta en forma de bombardeos sobre puntos de Alepo. Lo que ocurre es que ya no hay fuerzas sirias de tierra que puedan aprovechar esa situación.
Evidentemente, Rusia tiene ahora otras prioridades en Ucrania. Su mayor interés continúa siendo la costa y la base naval que facilitan que su Armada tenga presencia permanente en el Mediterráneo. Hizbolá no puede enviar a miles de tropas para ayudar a un Ejército que por entonces no contaba con fuerza suficiente para derrotar a sus enemigos en todo el país. Irán no puede permitir que Asad sea derrocado. Contaba con que no necesitara implicarse más en ese conflicto, aunque debe ahora replantearse la estrategia.
El ministro iraní de Exteriores visitará Damasco el domingo y seguirá después a Turquía. Existe la sospecha de que el Gobierno de Erdogan ha tenido que autorizar la ofensiva. Varios de los grupos que la protagonizan han recibido apoyo material de los turcos desde hace años.
Israel ha realizado numerosos ataques aéreos sobre territorio sirio en el último año, casi siempre para impedir el envío de armamento iraní desde ese país hasta Líbano. No le interesa que un debilitado Gobierno sirio sea sustituido por una amalgama de grupos islamistas. Según el exjefe de las Fuerzas Armadas israelíes Dan Halutz, a Israel le interesa que Asad continúa en el poder. «Debemos preguntarnos si queremos cambiar un régimen malo por un régimen muy malo que no conocemos», ha dicho. Es mejor un rival vulnerable que otro que no se sabe cómo será.
Los insurgentes están formados por varios grupos diferentes encabezados por Hayat Tahrir al-Sham, el grupo fundamentalista que rompió sus relaciones con Al Qaeda hace años y que controlaba la mayor parte de Idlib. Grupos kurdos del norte de Siria han tomado posiciones en las afueras de Alepo, pero no forman parte de esa alianza que ha protagonizado la ofensiva.