Rupert Murdoch ya tiene su The Sun del domingo. Nada que ver con el viejo News of the World, sacrificado por el escándalo de las escuchas. Es sólo una edición más de The Sun, pensada para sus lectores, no para los que compraban el NoW. Pero obviamente aspira a recoger parte de la tarta que hasta ahora se estaban repartiendo los competidores.
Una parodia de hace unos días ya lo veía venir.
Las detenciones de varios periodistas de The Sun por la sospecha de sobornos a policías provocaron nuevas escenas de pánico en News Corporation y un amago de motín en la redacción. Los sabuesos descubrieron que la empresa había facilitado la información necesaria a la policía. Ahora los cazados son ellos. Algunos de sus más conocidos periodistas reaccionaron con la templanza y serenidad que les caracterizan.
News Corporation no tenía elección. Los directivos están obligados a aceptar la querencia de Murdoch por los periódicos, a pesar de que dan más problemas que dinero. Hasta ahí todo bien. Pero una cosa es cerrar un dominical en el Reino Unido, y otra que el Departamento de Justicia norteamericano pueda aplicar la legislación que castiga los sobornos en el extranjero. Un escándalo de escuchas telefónicas no tiene repercusión jurídica en EEUU si no se ha cometido ningún delito en territorio estadounidense. Sobornar de forma sistemática a policías u otro tipo de funcionarios en Londres, Liverpool o Manchester te acarrea una investigación federal en Washington y multas millonarias. Eso en el mejor de los casos.
Al menos, Murdoch ha podido hacerse otra vez la foto con el ‘nuevo’ The Sun. Es la mejor garantía que tienen los trabajadores del periódico. Mientras viva el magnate, seguirá existiendo ‘the same old sh*t’.
El artista se debe a su público y su lugar está junto a éste. Justo lo que un sector con el prestigio erosionado necesitaba. A torcer la verdad hasta donde resulte divertido y más allá.