Las peores portadas de prensa son aquellas que despiertan la sospecha de que estaban hechas antes de que se produjera la noticia. El periodista renuncia de entrada a describir la realidad, bajo su propio prisma ideológico, y se dedica a contar lo que opina sobre la realidad. Y resulta paradójico que los mismos medios que han alentado la idea de que la huelga general perjudicaba la imagen de España se dieran tanta prisa en sostener que el paro había sido un fracaso. Bueno, si ha resultado irrelevante, no parece que vaya a tener muchas consecuencias, ¿no?
La idea de que una huelga general pueda paralizar un país por completo es obsoleta. Los sindicatos han terminado por comportarse como los partidos políticos. Antes que una cadena de movilizaciones, prefieren una sola, bien organizada y con capacidad para generar titulares. Han renunciado a los mecanismos de respuesta que pueda haber entre la rueda de prensa y la huelga general.
Su capacidad de convocatoria es muy inferior a la que tenían hace 20 o 30 años, no sólo en España, sino en la mayoría de países europeos. Sólo conservan un poder relevante en el sector industrial y entre los funcionarios. Las clases medias urbanas y profesionales los miran con desconfianza. Hasta cierto punto, se puede decir de los sindicatos lo mismo que Tony Judt dice sobre la socialdemocracia en su libro ‘Algo va mal’:
Al término del siglo XX la socialdemocracia en Europa había hecho realidad muchas de las políticas de su programa, pero había olvidado o abandonado buena parte de su lógica original. Desde Escandinavia hasta Canadá, la izquierda política y las instituciones que inauguró descansaban sobre alianzas «interclasistas» de obreros y campesinos, trabajadores de cuello azul y clase media. Es la defección de esta última la que plantea el mayor desafío a los Estados del bienestar y a los partidos que los crearon. Pese a ser los principales beneficiarios de la legislación del bienestar en gran parte de Europa y Norteamérica, la creciente proporción de electores occidentales que se identificaban con el «centro» era cada vez más escéptica y renuente a la carga impositiva necesaria para mantener esas instituciones igualitarias.
Y si aceptamos que esa clase media, más en unos países que en otros, se muestra reticente a continuar con ciertas obligaciones sobre el mantenimiento del Estado de bienestar y quizá acepte con más facilidad el discurso de que ese contrato social es supuestamente insostenible, es posible que también crea que los sindicatos sólo defienden oscuros intereses particulares. Al menos, a eso se aplica la propaganda.
Es imprescindible desprestigiar al mensajero porque cada vez será más difícil atacar el mensaje. En especial, si el Gobierno aprueba una amnistía fiscal (corregida para que cuele por la ley y sin tocar las sicav), afirma que luchará contra el fraude fiscal aunque reduzca de forma notoria la plantilla de inspectores de Hacienda, impone el pago de tasas a los recursos de segunda instancia, sube el recibo de la luz un 7%, congela el sueldo de los funcionarios (lo que supone de hecho una reducción), y en definitiva aprueba un recorte de gasto público de 27.300 millones en un escenario que podría suponer una caída del 2% del PIB.
Sin ese aparato propagandístico, ¿cómo iban a colar declaraciones como las de De Guindos cuando decía hace unos días que la lucha contra el déficit no supondría una reducción del PIB porque solo se eliminaría la «costra ineficiente»? ¿O las de la vicepresidenta cuando ha dicho hoy que las medidas anunciadas no afectan al consumo, sólo porque no se ha subido el IVA?
Las grandes fortunas creadas por la burbuja inmobiliaria y almacenadas en paraísos fiscales pueden estar tranquilas. No hay que dedicarse a actividades delictivas y peligrosas como el blanqueo de dinero. El Gobierno lo hará por ti mientras promueve que los medios amigos den caña a los sindicatos. Hay que tener claro quién es el enemigo.
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Fátima Báñez reescribe la Constitución: la soberanía no reside en el pueblo, sino en el Congreso.
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El titular del día es de junio de 2010: «Esperemos que la amnistía fiscal sea la última ocurrencia del Gobierno». También de ese mes: «El PP rechaza la amnistía fiscal por ‘impresentable’, ‘injusta’ y ‘antisocial'».
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Mi titular favorito del día es el del Diario de Cádiz. Más que nada por la inmensa idiotez de sus responsables. El titular dice «Huelga a medio gas» y la foto muestra un mercado vacío. ¿No se dan cuentan esos presuntos periodistas que el titular y la foto están reflejando realidades opuestas?
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Bueno, el scattergories es suyo. Si PEdro J. , Bieito y demás quieren dejar cada día mas baja su reputación y vender cada vez menos periódicos, están en su derecho, ¿no?
Lamento decirlo, pero cada vez que oigo sobre despidos en sus medios, o en la Gaceta Intereconomía esbozo una sonrisa de auténtica maldad. Supongo que los ¿profesionales? que trabajan en estos medios no pretenderán que unos directivos capaces de manipular y mentir dia si, día también les vayan a tratar a ellos de manera distinta.
Era predecible que algun tipo de amnistia fiscal apareciera…No son solo los italianos….
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«y clase media. Es la defección de esta última la que plantea el mayor desafío a los Estados del bienestar y a los partidos que los crearon»
Pero eso es culpa de los partidos socialdemocratas por olvidar ellos una cuestion fundamental de la economia, y olvidarlo las personas de clase media: que ese estado del bienestar, es decir los servicios publicos, la educacion publica, la sanidad publica, las pensiones publicas, las prestaciones por desempleo publicas, etc, etc, es lo unico que les separa de la pobreza …en caso de crisis, como ahora mismo, o como en Japon durante la «decada perdida» o en Argentina. No digo que hubiera servicios publicos en todos estos paises, y en alguno los servicios sociales eran garantizados por las propias empresas y al perder el empleo, y quedar en paro, tambien se pierden las asistencias. En estos paises hubo crisis muy duraderas, y lo unico que separaba a la clase media de dejar de serlo, de ser clase no ya obrera, sino clase pobre, eran los servicios publicos y las asistencias sociales, …donde las habia.
El capitalismo es un sistema economico ciclico que alterna crisis periodicas. Los partidos socialdemocratas no debieron de olvidar nunca, que una nueva crisis, que cada nueva crisis, podria devolver a la pobreza a sus votantes de clase media…
Porque una persona rica, en caso de necesidad puede renunciar a los servicios publicos, y probablemente lo haga desde el principio, y contrate servicios privados para todo con su propio dinero..
Pero la mayoria de la poblacion, las personas de clase media no tienen dinero, propio, suficiente para contratar servicios privados, en caso de que se desmonten los servicios publicos y a la vez, ocurra una crisis, que les pueda dejar en el paro o con un minitrabajo y un minisueldo, como ocurre en Alemania…
Basicamente, lo que han olvidado las socialdemocracias es que la defensa de la iniciativa individual, de la libertad individual, no tiene porque significar el fin de las luchas colectivas, de las luchas sindicales por ejemplo. Es al contrario: Todos los derechos son individuales, se poseen por ser persona y por haber nacido, y son iguales para todos etc, etc, pero… los derechos hay que defenderlos colectivamente, porque sino, te los quitan. Puede ocurrir que la primera mayoria que quiera desposer de sus derechos a una parte de la poblacion solo tendria que hacer una votacion, como ocurrio con el referendum en California para retirar los derechos a los homosexuales…
El sindicalismo es una forma muy eficaz de defender colectivamente los derechos individuales. Ciertamente los sindicatos tienen que modernizase para incluir a los autonomos, por ejemplo, que necesitan de esa lucha colectiva, tambien, para defender sus propios derechos individuales… La socialdemocracia es imposible sin unos sindicatos fuertes. Eso lo sabe la derecha. Los fachas, vamos. Si hay alternancia en el poder entre socialdemocracia y derecha facha, no se pueden desmontar y volver a montar todos los servicios publicos, cada cuatro u ocho años. Por eso hay que defenderlos, colectivamente, los servicios publicos, y los derechos individuales que garantizan esos servicios, como el de recibir una educacion de calidad, o el de derecho a recibir cuidados medicos en caso de estar enfermo etc, etc. Y cuando la derecha esta en el poder los sindicatos pueden hacer esta labor de defensa de los servicios publicos, muy eficazmente, por eso les gustaria desmontarlos tambien, a los fachas…
Otro problema es la evidencia de que los dirigentes de los partidos socialdemocratas, por sus sueldos, y capacidad economica, no pertenecen a la clase media, sino a la clase alta. Aunque se tomen cañas en el bar de la esquina con sus vecinos y no tengan canal plus..