Hace unos días, la noticia provocó sorpresa y hasta incomodidad. Los ministros alemanes habían decidido subir sus salarios en un 5,7%, un incremento que se produciría en tres fases hasta culminar en agosto de 2013. La canciller Merkel cobrará al final 950 euros más al mes. ¿Esta es la idea de control del gasto que tienen los profetas de la austeridad?
En realidad, esta subida es el inicio de una tendencia que debería ser recibida con satisfacción por los países del sur de Europa. En vez de continuar atados a un objetivo de inflación absurdo por bajo, las autoridades alemanas por fin han comprendido que tienen margen de sobra para dar un impulso a la demanda interna a través de incrementos salariales desconocidos desde hace años y desde luego muy por encima del hasta ahora sacrosanto objetivo de inflación.
Este fin de semana, el sindicato IG Metall pactó con las empresas del sector un aumento salarial del 4,3%. Si los trabajadores alemanes comienzan a ganar más dinero y a gastarlo, quizá haya alguna manera de empezar a corregir los desequilibrios financieros que han causado la crisis de la eurozona.
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Abundando en el tema, si hubiese habido ya una verdadera unión europea a nivel sindical, hace tiempo que los trabajadores alemanes sabrían que buena parte de la plusvalía que generaba su trabajo no iba a sus bolsillos, sino al de la banca y la gran empresa de su país, y que este dinero estaba siendo usado para crearle una trampa de deuda a los compañeros del sur de Europa. Pero cada izquierda nacional ha ido a lo suyo, o al rebufo de los intereses de la gran empresa de su terruño, y así nos pinta ahora… Hay una Europa de los mercaderes, hay una Europa de los burócratas, ¿para cuándo una de los trabajadores?