Después de un número infinito de cumbres europeas irrelevantes o fracasadas, la de ayer se merece un lugar preferente en el panteón de la UE. Los líderes europeos afrontaron dos problemas que están en la base de la crisis financiera de España e Italia, lo que no quiere decir que la solución esté al alcance de la mano. Siendo la UE como es, confiar en algo así es un sueño absurdo pero esta vez han puesto las bases para que en los próximos seis meses se pueda culminar la jugada. Es decir, hacer lo contrario de lo que dijo Alemania que había que hacer.
Pero si evaluamos los efectos de estas medidas en la economía real, no hay que llamarse a engaño. Cualquier ayuda a los países de la periferia de la eurozona, tenga el carácter que tenga, incluirá condiciones (sí, también de las llamadas macroeconómicas). Merkel no va a perder las próximas elecciones para que Rajoy pueda ganar las suyas o para que Monti abandone el Gobierno en la primavera de 2013 entre gritos de ¡Santo Súbito! y montado en un caballo blanco que le lleve a la presidencia italiana.
En cualquier caso, una implosión de la eurozona (Merkel respondiendo al órdago de Monti apoyado por Rajoy con un ‘ahí os quedáis, buscad financiación y a ver si la encontráis’) hubiera tenido una repercusión horrible en la economía real de ambos países, y por tanto conviene alegrarse del resultado de la cumbre.
Los dos grandes objetivos trazados son que los fondos de rescate podrán recapitalizar directamente a los bancos españoles (no de forma inmediata) y que esos mismos fondos podrán comprar deuda española e italiana para reducir sus tipos a niveles asumibles. Nada de esto va a ocurrir de forma inmediata y la letra pequeña será a buen seguro no muy benévola. Como escribe Xabier Sala i Martín, al final se verá que la euforia no es la respuesta más correcta en esta salida de la crisis:
Las otras contrapartidas que los europeos van a exigir a cambio del rescate directo van a tomar la forma de “condiciones estrictas” y, según la declaración hecha pública al final de la cumbre, “condiciones a nivel de cada banco, de cada sector o a nivel de toda la economía y que serán formalizadas en un memorandum de endedimiento”. Es decir, aunque no se especifica qué condiciones habrá, el documento dice que habrá condiciones y que pueden afectar a los bancos o a la macroeconomía entera.
Eso puede querer decir (y, de nuevo, tendremos que esperar a la letra pequeña) que las condiciones macroeconómicas y fiscales se van a endurecer para el gobierno de Rajoy, que se va a obligar a España a hacer unos recortes mucho más severos o al menos que no se le va a permitir posponer el cumplimiento de los objetivos de déficit un par de años y que la austeridad fiscal va a ser mucho más severa. Por más necesaria que sea la disciplina fiscal, que nadie olvide que la austeridad empeora la situación económica a corto plazo y podría agravar la crisis económica durante los próximos meses.
En cuanto al impacto de la noticia en los mercados financieros, los números (veremos el lunes) son indudablemente positivos. La prima de riesgo se ha visto reducida hoy en 67 puntos (de 542 a 475 puntos). Es un descenso significativo con independencia de cómo haya ido la deuda alemana. Los tipos a diez años han pasado del 6,93% al 6,32%. Y los tipos a dos años han caído mucho más.
En el inicio de la sesión, la prima había caído de golpe 34 puntos. Ese descenso se revirtió y por momentos parecía que iba a ser como los efectos de otras cumbres, que se diluían en cuestión de horas. Esta vez no ha ocurrido eso. Y las Bolsas también han subido.
Eh, hasta la agencia Fitch está contenta.
Ahora habrá que ponerse a pensar: ¿dónde está la trampa?
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Der Spiegel: a corto plazo fue una gran victoria de Monti sobre Merkel, pero a largo plazo la canciller alemana tiene lo que quería: el pacto fiscal que tan poco gustaba en Francia.
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