Destrozados por las encuestas casi desde el momento en que formaron la coalición de gobierno con los conservadores, los liberales demócratas no han levantado cabeza desde que ocuparon sus carteras ministeriales. Para intentar tapar esa hemorragia de votos, su líder, Nick Clegg, ha grabado una declaración en la que pide perdón por haber prometido en campaña que no permitiría el aumento de las matrículas universitarias.
Lo que ocurrió después fue justo lo contrario. El Gobierno permitió a las universidades subir las tasas hasta un máximo de 9.000 libras.
«Hicimos la promesa antes de las elecciones de que no votaríamos a favor de la subida de matrículas bajo ninguna circunstancia. Pero eso fue un error. Fue una promesa hecha con la mejor de las intenciones, pero no deberíamos haber hecho una promesa si no estábamos absolutamente seguros de que podíamos cumplirla».
Dice después que lo lamenta «porque cuando cometes un error, debes disculparte», pero no hay que olvidar que hablamos de políticos, expertos en presentar disculpas que no lo parecen. El viceprimer ministro no pide perdón por haber subido el precio de las matrículas, sino por hacer antes una promesa irrealizable.
«No debería haberme comprometido con una medida tan cara cuando ya no quedaba dinero. Aún menos cuando la forma más probable de entrar en el Gobierno era a través de una coalición con laboristas o conservadores, y ambos se habían comprometido a subir las matrículas».
Los culpables son los otros. El problema es que no había dinero. Es poco probable que el vídeo sea la salvación a la que aspira Clegg.
Lo cierto es que los políticos británicos son conscientes de que pedir disculpas –no siempre con la necesaria rapidez– puede ser la respuesta más apropiada cuando estás metido en un agujero. Para entendernos, lo contrario a seguir cavando. En el caso de Clegg, es también un agujero personal, no sólo colectivo. En las últimas semanas, la prensa informa que si no es ahora, será dentro de un año cuando algún dirigente ‘libdem’ se decida a disputar a Clegg el liderazgo del partido.
Clegg no es una excepción, por mucho que cada ejemplo sea diferente. Ed Balls, número dos de los laboristas, presentó sus disculpas en el Parlamento por el fracaso del Gobierno de Gordon Brown en tomar las medidas necesarias para impedir la crisis financiera. Ed Miliband ha hecho declaraciones similares.
En esta legislatura, David Cameron pidió perdón en nombre del Estado británico por los gravísimos errores cometidos por gobiernos anteriores en los casos de la matanza del Domingo Sangriento y de la catástrofe del estadio de fútbol de Hillsborough.
Esas cosas no pasan en España, donde hemos oído recientemente al presidente del Gobierno decir que es «la realidad» la que le ha supuestamente obligado a cercenar todas las promesas hechas en campaña. Hablamos no de augurios irrealizables sobre el lecho de rosas en el que los votantes podrían tumbarse si él ganaba las elecciones, sino de compromisos muy concretos hechos antes y hasta después de haber llegado al Gobierno.
«Quien me ha impedido cumplir mi programa electoral es la realidad», dijo Rajoy. Es una variante aún más cínica de la disculpa de Clegg. La culpa no es mía. Es de la realidad que me miró mal, que me rodea y está en todos los sitios.
Lo mismo se podría decir de Rubalcaba, que no ha encontrado el tiempo suficiente para asumir las culpas que le tocan a él y a su partido por los errores del Gobierno del que era vicepresidente. De Elena Salgado, ya ni hablamos, convencida de que todo lo hizo bien. A Zapatero se le ha escuchado decir algo sobre no haber sido capaz de apreciar la gravedad de la crisis o por llamarla «desaceleración». No exactamente una disculpa.
Y cuando Salgado comparecio en una subcomisión del Congreso para hablar de Bankia, el portavoz socialista insistió en que la crisis vino de fuera tras el estallido en EEUU de la crisis de las ‘subprime’. Nosotros sólo somos los damnificados.
La realidad exterior, en este caso.
‘El infierno son los otros’ es el lema de los políticos españoles. Ellos llevan puestas de serie las alas de los ángeles.
Zapatero debe pedir perdón por sus desmanes y la ruina social y económica que nos ha dejado. Y con él todo el PSOE.
¡SI! Mucho perdón mucho lo que tu quieras, pero lo único cierto es que ellos siguen en el poder y el resto nos tenemos que aguantar. Lo lógico no seria pedir perdón, seria dimitir por ser incapaz de realizar todas las promesas electorales que les alzaron al poder, el cual como ocurre siempre es muy goloso, ¿Que tendrá el poder que ninguno de estos lo quiere dejar?
Ya iba siendo hora de que alguien se diera cuenta de lo que esta pasando en el mundo. Cuando Rajoy culpo a la «realidad» de impedirle ser un político honesto, todos nos miramos y sonreímos, ¿que escusa era esa?. Pues bien atábamos equivocados. No es solo la «realidad» quien impide la recuperación inmediata y milagrosa prometida por el PP en las elecciones, no la verdadera culpable es la «cruda realidad».
A mi me esta pasando ahora, la «cruda realidad» me impide creer que con la disminución de los gastos sociales se mejore la situación critica que atravesamos, es ella quien me dice que los fundamentalismos ideológicos que culpan al déficit de todo y prometen que la solución esta en su control y disminución, es una verdadera gilipollez.
En cuanto tiene ocasión la «cruda realidad» destroza las expectativas más positivas de la reforma laboral, hunde la utilidad de las amnistías financieras de los defraudadores, extirpa de raíz los sueños de recuperación económica concebidos con la destrucción de todo lo público.
Hay Marian que injustos hemos sido contigo, has cargado sobre tus espaldas con una crisis irresoluble, no por tu incapacidad evidente para tomar decisiones, ni por la escasa cualificación ética de los miembros de tu gobierno. Nada ha tenido que ver tu pequeña manía de supeditar el ejercicio de la política a las necesidades electorales de tu partido, no Mariano ha sido la «cruda realidad» la única culpable, bueno la «cruda realidad» y Zapatero.
¡Peligroso precedente!
Pedir disculpas por la propia ineptitud sin acto seguido presentar la dimisión, abona el campo para que zanjen un asnto mal llevado con un simple lavado de imagen sin asunción de responsabilidades. Un politico está ahí como, entre otras cosas, gestor de lo público en representación de los ciudadanos. Si no sabía lo que había o es incapaz de llevar a cabo lo que planteó cuando le toca concretar sus promesas, lo debe dejar por inepto o mentiroso…. o por las dos cosas. Lo demás es hacer que perdure esa aceptación tan extendida de que lo que prometen nada tiene que ver con lo que harán, de que la política es así.
«Fue una promesa hecha con la mejor de las intenciones, pero no deberíamos haber hecho una promesa si no estábamos absolutamente seguros de que podíamos cumplirla»
La mejor de las intenciones? Absolutamente seguros de cumplirlas?
Otro que ha tomado por imbeciles a sus votantes. Perdonanme por habernos limpiado el culo con su voto y hacer lo que nos ha venido en gana. La proxima vez no prometeremos nada (no sea que se repita el asunto) y nos limitaremos a las consabidas vaguedades como «haremos lo que hay que hacer».
Pais.
Son un tipo de perdones que provocan más la nausea que otra cosa, como el perdón del Rey, cinismo y cobardía ante la mínima impresión de que una baja en la popularidad/votos puede volverse en contra con una respuesta social que comprometa la ineptitud y la estupidez que rodea a toda esta gente.
En Euskal Herria sí, Otegi lo acaba de hacer
Pingback: ¿En qué país los políticos piden perdón? (Pista: no es España)
Pedir perdón es un paso, y es mucho más de lo que hacen los políticos aquí en España (que todo el mundo sabe que nunca tienen la culpa de nada), pero cuando llegas a un gobierno de coalición gracias al apoyo de una parte de la población a la que engatusas con una promesa concreta e inequívoca… yo creo eso es motivo de presentar la dimisión. Espero que al menos haya servido para abrir los ojos a más de uno de los que le votaron.
El Rey de España pidió disculpas. No es político, pero tiene complejo de serlo.
El Rey no es esencialmente un politico, pero representa de algun modo una figura politica al ser el Jefe del Estado, de modo que lo que hizo el despues de salir de aquella operacion tras su vergonzante caceria (aunque el problema no estaba en la caceria en si misma, sino en el momento de hacerla), deberia no solo de servir de ejemplo e invitar a la reflexion a una gran cantidad de politicos en este pais, sino tambien a desacreditar por completo este articulo al no contemplar ni siquiera una escueta mencion sobre tal hecho.
Relevant:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=KUDjRZ30SNo
¿No mencionar que el rey pidió perdón obligado desacredita el articulo que pone Saez de Ugarte?
¿Estamos tontos o que?
Pingback: Los amos del trigal « Andrés Botella
Pingback: ideas y palabras » EL PERDÓN Y LO QUE TOCA O NO TOCA