El Mundo retrata de forma brillante al Gobierno, aún más con las fotos que con el titular. No sé si esa era la intención, pero me ha recordado otra imagen bastante conocida.
En una situación de emergencia nacional, la vicepresidenta se reía, el ministro de Economía se sumergía en un lenguaje tecnócrata indescifrable y el ministro de Hacienda se lanzaba a sus divagaciones de costumbre con frases que quedaban suspendidas en el aire sin un final coherente.
¿Está muerto el Gobierno? No lo sé, pero hay algunos días que lo parece. El viernes fue uno de ellos.
El récord de la vergüenza http://histericapeninsula.blogspot.com.es/2013/04/el-record-de-la-verguenza.html
No está muerto, nació muerto. Al principio no sabían qué medidas tomar; luego decidieron no tomar ninguna, salvo las de austeridad caiga quien caiga exigidas por la Troika.
No me extraña que quieran prohibir el aborto: este Gobierno es un aborto.
Para tapar las orejas de Montoro hacen falta guantes de baseball.
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Básicamente todo se reduce a: «Tenemos la mayoría absoluta y hacemos lo que nos sale de los cojones. Nos importa un carajo que los españoles no tengan qué comer, que nosotros tenemos despacho y coche oficial. Y al que se ponga chulo le mandamos a los antidisturbios para dejarlo fino.»
Mussolini también se creía que lo tenía todo bien atado… Y ya sabemos cómo acabó.
Atado y bien atado
Al hilo de la portada, cuidadín que Pedro J ya sin tapujos le ha retirado su apoyo a Rajoy y su gobierno. Y ya sabemos como es cuando se pone.
Este gobierno se mantiene en el poder a pesar de la sangría laboral, los recortes traumáticos, el enconamiento impositivo o la corrupción rampante, debido a que una minoría los apoya y otra minoría los combate, pero la mayoría (yo incluido), no movemos un dedo ni a favor ni en contra. Porque no se trata sólo de oponerse. Sino de poner a alguien en su lugar, y sinceramente, no veo a quién. Ahí esta la cuestión.
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El gobierno está muy vivo (a no ser que hagamos algo, pero de verdad) y, sobre todo, ES muy vivo. Quería el poder para hacer justamente lo que ha hecho: cargarse el estado del bienestar con la excusa de la crisis (y esto es solo el comienzo) y para conseguirlo criticó durante el periodo electoral las cuatro cosas que había hecho el PSOE en el mismo sentido. ¿Quién se iba a creer que el PP iba a hacer una política de izquierdas (o más a la izquierda que su adversario)? Pues parece que más de la mitad de los españoles se tragaron la patata caliente.
Y ahora tenemos lo que tenemos, un gobierno que no corta la corrupción ni los abusos que permite la ley, que no pone impuestos progresivos y que está sumiendo a mucha gente en la desgracia.
Demasiado vivo, o VIVALES.