En una entrevista para eldiario.es, Ahmed Rashid me recuerda que, antes que preocuparnos por el inicio de la retirada militar norteamericana de Afganistán en 2014, hay que prestar más atención a las próximas elecciones afganas y al riesgo de que un nuevo fraude electoral provoque una situación similar a la de 1992, una guerra civil entre pastunes y no pastunes (tayikos, uzbekos y hazaras).
Desde 2001, nada se ha hecho para construir en Afganistán un sistema político que dé estabilidad al país y que permita a cada comunidad llegar a la conclusión de que es factible y deseable contar con instituciones comunes en las que puedan defender pacíficamente sus intereses respectivos. No es importante que no se hayan implantado partidos políticos de corte occidental, porque eso es imposible, pero sí que no haya una conciencia política que trascienda las líneas divisorias étnicas y culturales. Pastunes contra no pastunes (encabezados por los tayikos) sigue siendo el campo de batalla principal.
La debilidad de Karzai como líder es uno de los factores que destaca Ahmed Rashid. Profundizar las negociaciones con los talibanes hubiera sido un elemento positivo bajo la idea de integrar a la mayoría de los insurgentes en el campo pastún dispuesto a colaborar en la construcción del Estado, pero ahí fueron los norteamericanos los que en la práctica plantearon un veto, según Rashid.
Siempre se dice que Washington nunca permitirá una victoria de los talibanes en Afganistán después de su retirada, pero la alternativa más probable no es esa sino una nueva partición de hecho del país en una guerra que repita lo ocurrido a partir de 1992. En realidad, todo lo ocurrido desde 2001 no es más que una continuación de lo que empezó entonces.
La retirada de los soviéticos en 1989 dejó un Gobierno más fuerte que el de Karzai, y con pleno apoyo militar de Moscú desde fuera, pero era cuestión de tiempo que acabara siendo doblegado por su falta de legitimidad.
–¿Qué diferencias hay entre lo que ocurrió tras la retirada de las tropas soviéticas y la situación actual? ¿Entre Najibullah y Karzai?
–Najibullah era un líder fuerte. Reconstruyó el Ejército afgano con la ayuda de un grupo competente de oficiales comunistas. Pero abandonó las políticas comunistas y adoptó políticas nacionalistas. Intentó presentar a los muyahidines como marionetas de Pakistán. Karzai está intentando lo mismo: presentar a los talibanes como marionetas de Pakistán, pero su forma de ejercer el liderazgo ha sido muy débil. Él no es como Najibullah y recuerde que Najibullah aguantó tres años.
En Der Spiegel, hay un largo reportaje escrito en Herat sobre la recuperación de la legitimidad de los caudillos regionales (dicho de forma menos elegante, los antiguos señores de la guerra) a partir de la figura de Ismail Khan. Su control de la zona occidental del país no se ha visto afectado por el hecho de que Karzai y EEUU intentaron sacarlo de allí y llevarlo a Kabul para convertirlo en ministro de Agua y Energía. Dice mucho de la reconstrucción que dos asuntos tan básicos para la infraestructura civil del Estado recayeran durante ocho años en alguien a quien no le interesaban lo más mínimo, porque su prioridad continuaba siendo la misma: ser el protector de los intereses de los tayikos de Herat.
Por todo ello, no es extraño que desde el anuncio de la retirada norteamericana el precio de los kalashnikov haya subido y el del suelo se haya hundido en Herat.
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Península publica en España el último libro de Ahmed Rashid: ‘Pakistán ante el abismo. El futuro de EEUU, Pakistán y Afganistán’.
Pero es que de eso se trataba. EE.UU ha intervenido siempre en Afganistan para joder a este país y fragmentarlo (exactamente lo mismo que Irak). Y esto viene siendo así, desde la época en que echaron a los comunistas. Karzai (lo mismo que Maliki) no es más que el títere de conveniencia que asegure que las cosas van a ir igual. Todo esto además se hace (sin duda) para beneficiar a Iran. Las cosas pintarán mejor para los afganos, cuando consigan echar a los estadounidenses y su tropa de la OTAN.
El escenario post ocupación afgano se lo llevan trabajando China e India algún tiempo.
http://www.indianexpress.com/story-print/1082707/
En realidad, a nadie le va a importar un carajo lo que pase en Afganistán. Tengo que discrepar en lo de «falta de legitimidad» de algún citado. Más bien diría «falta de apoyos». Eso de que la URSS lo apoyó… de «salvar la cara» a «apoyar» media las más de las veces unos abismos de cojones…
Eso sí, a los talibanes hasta que derribaron a los procomunistas, EEUU no les escatimó ni un centavo, y bien que se ocupó de comercializar toda su droga. Que esto estaba más que claro es la diferencia entre «apoyar» y «salvar la cara», o de otro modo: «antes se cae ese, antes salen los yankis de ahí». Menudos apoyos.
Los que podrían ocuparse un poco del tema serían los iraníes, en parte buscando la conexión con Tajikistán, pero una vez que formen parte del espacio de la CSTO esa conexión se hará vía las antiguas repúblicas soviéticas de forma natural, e Irán va a tener problemas internos de sobra como para meterse en el tema. Ídem de Pakistán.
Lo dicho: Afganistán va a acabar como Hispanistán tras Viena 1815: que se cueza en su propia salsa, que a todo el mundo le va a importar una puta mierda.