Oriente Medio continúa siendo el agujero negro de las ejecuciones, a lo que ha contribuido el deterioro de la situación de los derechos humanos tras el fin de la Primavera Árabe. También por la respuesta del Gobierno iraquí a la amenaza del ISIS. Pero en países que la utilizan con profusión en su sistema legal, 2017 fue un año con menos ejecuciones: bajaron un 20% en Egipto, un 11% en Irán y un 5% en Arabia Saudí.
El informe de Amnistía Internacional destaca que las noticias más positivas proceden de África, donde 20 países subsaharianos la han abolido.
El 84% de las ejecuciones conocidas (993) se produjeron en cuatro países: Irán, Arabia Saudí, Irak y Pakistán. Eso deja fuera a China, el mayor verdugo del mundo, sin cifras confirmadas, pero que ejecuta a miles de personas cada año.
En 2017, hubo un 17% menos de sentencias a muerte conocidas públicamente. El número de ejecuciones conocidas bajó también, pero sólo un 4%.