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Noviembre 02, 2006
El golpe de Guinea: un juego de mercenarios y espías
Juan Varela apunta que quedó fuera del artículo de ayer sobre Guinea Ecuatorial alguna referencia al intento de golpe de Estado contra Obiang que un grupo de mercenarios y financieros extranjeros pusieron en marcha a principios del 2004. ¿Tuvo alguna implicación el Gobierno de Aznar que mantenía por entonces unas excelentes relaciones con Severo Moto, el líder de la oposición en el exilio? No hay pruebas de ello --pruebas que conozcamos--, aunque se da la circunstancia de que los periodistas británicos que han escrito sobre el tema lo consideran muy probable.
Por buscarle antecedentes literarios, el golpe fracasado fue una mezcla de "Los perros de la guerra" y "Noticia bomba", con unas gotas de "Un buen hombre en África". La mejor descripción de la operación está en un libro llamado "The Wonga Coup", de Adam Roberts, periodista de The Economist. "Wonga" es una palabra inglesa de jerga que significa dinero. Curiosamente, el libro revela que el motor de la conspiración fueron tanto la avaricia como las ganas de aventura.
Todo lo relacionado con Guinea Ecuatorial en los últimos años tiene que ver de una manera u otra con el petróleo, y el intento golpista no fue una excepción. Sus promotores pretendían derrocar a Obiang y sustituirlo por alguien manejable que les permitiera beneficiarse económicamente de las nuevas riquezas del país. El candidato elegido no era otro que Severo Moto, al que se trasladó desde Madrid hasta Bamako (Malí), previa escala en las Canarias, a la espera de acontecimientos.
Todo quedó en manos de un grupo escogido de unos 70 mercenarios, la mayoría africanos, dirigidos por una figura singular: Simon Mann, un británico con un pasado de los que llaman la atención. Ex alumno de Eton, ex soldado en las Fuerzas Especiales y ex asociado de Executive Outcomes, una empresa ya célebre en el misterioso mundo de las guerras africanas.
La operación diseñada por Mann no estuvo al final a la altura de su curriculum. Varios servicios de inteligencia, ¿el español también?, estaban al tanto de sus pasos, los mercenarios contratados no guardaron mucha discreción y entre los que aportaron fondos para la aventura estaba el hijo de Thatcher, que no pasaba de ser un tonto útil al servicio de intereses de los que todavía se sabe poco.
Todo acabó cuando el Gobierno surafricano tuvo noticias del golpe e informó a Zimbabue del paradero de los mercenarios, que fueron detenidos rápidamente. Quizás había tantos espías implicados en la acción, o con noticias sobre ella, que algun país decidió que no ganaba nada permitiendo que el golpe triunfara. A partir de ahí, sólo era cuestión de tiempo que alguien alertara a los surafricanos de que algunos de sus compatriotas intentaban reverdecer los viejos laureles de los mercenarios.
Según Adam Roberts, varios países europeos estaban implicados en el golpe y el Gobierno español era de los más interesados:
Nobody likes Obiang's regime, and Roberts makes a good case that some Western nations may have discreetly supported Mann's little project. Spain -- which had been shut out of Equatorial Guinea's oil jackpot and had harbored the priest and exiled opposition leader Mann wanted to install in Obiang's place -- almost certainly encouraged the plot. Some have suggested that coup planners' liberally funded lobbying efforts in Washington may have paid off in the unusual ease with which Mann obtained a Boeing 727 to transport his fighters after his first plane broke down.
Ante el tribunal de Zimbabue que lo condenó, Simon Mann confirmó esa participación española. El Gobierno de Aznar siempre lo negó. En The Observer también apuntaron a la pista española y señalaron a Francia como el país que dio la voz de alarma ante el temor de que el golpe permitiera a EEUU ejercer un control directo de las reservas petrolíferas de Guinea en favor de sus empresas.
Nadie tiene pruebas y, si las tiene, no las ha enseñado. Los trapos sucios de los espías raramente se lavan en público.
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Un apunte más sobre la renacida amistad entre España y Guinea Ecuatorial. Después de la reunión entre Obiang y Condoleezza Rice a la que me refería ayer, el senador demócrata Carl Levin envió una carta (pdf) a la secretaria de Estado. Terminaba con este párrafo:
"La fotografía de usted y el señor Obiang será utilizada por aquellos que critican a Estados Unidos con el argumento de que no somos sinceros cuando hablamos de democracia y derechos humanos en un país con una gran riqueza petrolífera. Le pido que tome las medidas necesarias para que la comunidad internacional sepa que Estados Unidos continúa condenando las tácticas brutales y corruptas del señor Obiang, y que continuará presionando para que haya reformas fiscales, democráticas y sobre los derechos humanos en Guinea Ecuatorial".
Levin podría enviar la misma carta a Moratinos. Sólo tiene que cambiar los nombres.
Posted by Iñigo at Noviembre 2, 2006 05:02 PM
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Posted by: Nonemad at Noviembre 4, 2006 07:26 PM