Guerra Eterna

Cuando los Clinton irrumpieron en la política norteamericana a principios de los noventa llevaban un mandamiento entre ceja y ceja: nuestros rivales no nos ganarán en la pelea por el dinero. Hasta entonces, ésa era una disputa en la que los republicanos siempre gozaban de ventaja. Los recién llegados cambiaron los términos de la ecuación. Hillary no se queda a la zaga con respecto a las virtudes recaudadoras de su marido. Fue la congresista que más se gastó en su reelección en noviembre, a pesar de que la tenía casi asegurada.

Obama ha irrumpido con tanta fuerza en el escenario que nadie cree que tenga problemas para engordar su cuenta corriente. Va a necesitar ese dinero. Una de las funciones de los fondos es conceder a los candidatos capacidad de contraatacar ante los ataques de los adversarios. Pienso sobre todo en los ataques personales, en la guerra sucia que siempre se repite en cada campaña.

No importa que las alegaciones sean falsas o carezcan de pruebas sólidas que las sostengan. Si dejas que el ataque cale en la opinión pública (porque te falta dinero para comprar anuncios en televisión, porque ésa es la primera línea de defensa), cuando quieres reaccionar ya es demasiado tarde, como bien descubrió Kerry en el 2004.

Obama ya tiene trabajo por delante en este desagradable terreno. Un medio conservador alega, sin dar pruebas, que el senador por Illinois fue educado en una madrasa (escuela coránica) en Indonesia. Su madre se había divorciado del padre de Obama y se había casado con un estudiante indonesio. Obama, que es cristiano, tenía la tierna edad de seis años.

El artículo hila muy fino y pretende hacer creer al lector que se trata de una denuncia que hacen personas de la campaña de Hillary. Por el mismo precio, consiguen enfangar a los dos políticos demócratas con más posibilidades de llegar a la Casa Blanca.

Habrá más intentos como éste de intentar convertir al senador en un peligroso infiltrado islámico, aprovechando detalles triviales (su segundo nombre es Hussein) como otros de más recorrido.

Cuando llegue el momento de la verdad, para Obama o para Clinton, quizá todo dependa de la capacidad del candidato de echar mano de la cartera. Las fotos con niños, aunque entrañables, no serán suficientes.

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The Atlantic publicó en noviembre un larguísimo perfil de Hillary en el que cuenta qué ha hecho la senadora para desembarazarse de la parte del legado de su marido que más puede perjudicarle en las urnas. El artículo está disponible para los no suscriptores de la revista.

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En Guerra Eterna:
--Santa Hillary: inocencia sí, sexo no. Julio 2005.
--Hillary alerta de los peligros de MySpace. Octubre 2006.