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Julio 08, 2007

Ante la duda, Al Qaeda

El juego del escondite

La Asociación Mundial de Periódicos utiliza este anuncio para promocionar un producto legendario: la prensa. Por muchos achaques que sufra, la simple idea de su desaparición o su creciente irrelevancia sería un augurio funesto para la misma existencia de la democracia.

Lo malo es cuando los periódicos demuestran tener tan poca memoria como los gobernantes o, por decirlo más claramente, pican el anzuelo que les tiende el poder.

La imagen se refiere a esa vieja pregunta de la que ya raramente se habla. ¿Dónde se esconde Bin Laden? Es cierto que la respuesta no tiene la misma importancia que antes. La prioridad del líder de Al Qaeda es la de continuar vivo, o hacer ver que sigue vivo. Que le busquen o no es casi irrelevante. Su organización como tal probablemente haya desaparecido, si entendemos por ello el grupo dirigido desde Afganistán por Bin Laden y Al Zauahiri. Los que llevan la iniciativa son las decenas de grupos creados por medio mundo bajo la inspiración del saudí. Si una bomba estalla en Londres o Madrid, ¿supone algún alivio saber que la decisión se tomó en algún escondite de la frontera entre Pakistán y Afganistán o por el contrario en una ciudad occidental?

Washington no está adoptando la actitud despistada que sugiere la imagen de Bush en el anuncio. Al Qaeda es una baza propagandística inmejorable. Periódicamente resurge con fuerza en el discurso oficial norteamericano sobre Irak, en especial cuando las encuestas golpean con más fuerza con el mensaje de que los norteamericanos han perdido interés en lo que ocurra allí. O aún peor, cuando creen que los múltiples campos de batalla que han echado raíces en Irak, tanto políticos como militares, no merecen la vida de un soldado de Kansas o California.

En esos momentos, y ahora estamos en uno de ellos, Bush deja a un lado los sondeos y las noticias de que más senadores de su partido se unen al campo de los escépticos, y se apresura a ondear la bandera de Al Qaeda. A pesar de la mutiplicidad de grupos insurgentes que operan en Irak --entre los que está evidentemente la versión local de Al Qaeda--, la amenaza es sólo una. A los que dicen que el comienzo de la retirada es la única opción militar viable que le queda a EEUU se les dice: ¿acaso vais a dejar que salgan triunfantes los terroristas que asesinaron a 3.000 compatriotas el 11 de septiembre del 2001? ¿Dejaréis que formen un "califato" que se prolongue desde el sureste de Asia hasta Marruecos, o quizá hasta el sur de España?

Como si tuvieran alguna posibilidad de conseguir ese propósito. Utilizar la propaganda del enemigo para sustentar la propaganda propia. Retorcido, pero astuto.

A su manera y durante un tiempo, funcionó también en Vietnam. Entonces era el peligro rojo y la teoría del dominó. Ahora es la amenaza yihadista y el "califato". Cuando todo lo demás falla --y en Irak han fallado tantas cosas que la lista es interminable-- el miedo es el último recurso del gobernante acorralado.

¿Qué papel le queda a la prensa y a todos los medios de comunicación ante esta estrategia? Según parece, el rol del escriba sumiso. En las últimas semanas ha quedado patente en el caso de The New York Times. El mismo periódico que hoy por ejemplo pide en su editorial el comienzo de la retirada de las tropas ha estado martilleando los ojos de sus lectores con informaciones basadas en declaraciones de Bush y de fuentes oficiales que continuamente relacionaban Al Qaeda con Irak en los términos que la Casa Blanca ha adoptado como discurso oficial.

Por eso, hoy el "public editor" del NYT (una figura similar al defensor del lector) ha centrado su artículo en esta digamos complicidad involuntaria del periódico con los intereses del poder, no muy distinta, añado yo, a la situación anterior a la invasión de Irak.

Bush mentioned the terrorist group 27 times in a recent speech on Iraq at the Naval War College in Newport, R.I. In West Virginia on the Fourth of July, he declared, “We must defeat Al Qaeda in Iraq.” The Associated Press reported last month that although some 30 groups have claimed credit for attacks on United States and Iraqi government targets, press releases from the American military focus overwhelmingly on Al Qaeda.

Why Bush and the military are emphasizing Al Qaeda to the virtual exclusion of other sources of violence in Iraq is an important story. So is the question of how well their version of events squares with the facts of a murky and rapidly changing situation on the ground.

But these are stories you haven’t been reading in The Times in recent weeks as the newspaper has slipped into a routine of quoting the president and the military uncritically about Al Qaeda’s role in Iraq — and sometimes citing the group itself without attribution. (...)

There is plenty of evidence that Al Qaeda in Mesopotamia is but one of the challenges facing the United States military and that overemphasizing it distorts the true picture of what is happening there. While a president running out of time and policy options may want to talk about a single enemy that Americans hate and fear in the hope of uniting the country behind him, journalists have the obligation to ask tough questions about the accuracy of his statements.

La imagen que los norteamericanos tienen de lo que está ocurriendo en Irak queda así distorsionada. Ésa es la idea. Y no es algo que haya comenzado ahora y que pueda haber pillado a los periodistas norteamericanos con la guardia baja. Ocurrió antes de la invasión y sus efectos no han desaparecido por completo, y quizá no lo hagan nunca. Por eso, seis años después del 11-S, aún se pueden descubrir encuestas que revelan que el 41% de los norteamericanos (otros sondeos dan porcentajes algo inferiores pero no por mucho) todavía creen que Sadam Hussein intervino en la financiación o realización de los atentados contra las torres gemelas o el Pentágono.

¿Quién dijo que la gente no se cree la propaganda?

Los datos sobre la violencia de la insurgencia iraquí cuentan una realidad muy diferente a ese discurso oficial de Washington que periódicos como el NYT repiten de forma mecánica. Se supone que hacer lo contrario les arriesgaría a recibir acusaciones de partidismo. Curioso dilema. Cuestionar la propaganda del poder, cuando no se corresponde con los hechos, significa que estás tomando partido.

Lo bueno de la propaganda es que termina adquiriendo vida propia. Se dirige a una audiencia determinada para obtener un efecto concreto. Pero el mensaje no se queda circunscrito a ese grupo de gente. Salta fronteras y puede llegar a tener consecuencias imprevistas. Es cierto que hacer hincapié en Al Qaeda puede ser ventajoso para el Ejército norteamericano en Irak --no apuesten por ello, pero algo tienen que intentar-- si consigue que la población iraquí crea que toda la insurgencia merece el mismo rechazo que Al Qaeda. Como dice Marc Lynch, esa insistencia en señalar a la organización de Bin Laden tendrá a buen seguro efectos muy diferentes en el resto del mundo árabe.

But the real harm comes in the wider Arab and Muslim world, where the exaggeration of al-Qaeda's role works directly and devastatingly against American goals. It magnifies al-Qaeda's perceived power, strengthening its own media campaign and feeding its most powerful propaganda instrument. (...) The administration in effect claims more power and military success for al-Qaeda in Iraq than al-Qaeda claims for itself - for which the al-Qaeda leadership can only be bemusedly grateful.

No pidamos a los políticos de Washington, o a los de cualquier otro país, que sean conscientes de los efectos a largo plazo de sus artimañas. Viven al día y lo que ocurra cuando ellos ya no estén en el poder les importa bastante poco.

Pero al menos confiemos en que los periodistas no apaguen su 'bullshit detector' (su detector de las mentiras, medias verdades y simples estupideces del poder) y no se limiten a repetir lo que oyen.

Es mejor tomar partido por los hechos.

Posted by Iñigo at Julio 8, 2007 10:09 PM

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Comments

He citado tu blog en el mío, y te tengo en mi RSS. Te felicito por el artículo (y muchos otros, pues tienes un punto de vista muy desapasionado sobre un tema que, cuanto menos, es enloquecedor).
Gracias por enriquecernos.

Posted by: Fender at Julio 9, 2007 12:54 AM

Íñigo,

Lo de la creación del enemigo al que culpar de los males del universo es viejo como el sol. No te digo desde Hitler, que fue probablemente quien más y 'mejor' lo hizo, sino de mucho antes. Y ahora, lo propio: como dices, no importa si Bin Laden está o no está vivo. Lo que importa es que la gente le siga recordando, a él y a sus atrocidades, para que se pueda seguir haciendo cualquier barbaridad en su nombre... o contra él.

Un saludo,

Posted by: Borja Ventura at Julio 9, 2007 10:07 AM