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Enero 31, 2008
La camiseta más cara del mundo
Jérôme Kerviel es ya un héroe de las finanzas. Una pequeña pieza en la supuestamente infalible maquinaria del segundo banco de Francia ha hecho saltar todos los mecanismos. Qué menos que hayan hecho unas camisetas en su honor. Lo del premio Nobel de economía es más complicado, pero se puede mirar.
Hasta algunos economistas están encantados con su 'hazaña':
"Merci, Jérôme," says economic analyst Ed Yardeni, former head economist of Deutsche Bank Securities. "The recession is almost over, thanks to Jérôme Kerviel and the panic reaction [of the Fed] ... I cannot remember any precedent for such strong support for the economy before the evidence of a recession became manifest," Yardeni told the Independent on Sunday.
Al menos, su incompetencia ha revelado lo desnudos que están los príncipes de las finanzas, que de momento no ven razones para dimitir. Los responsables del banco sostienen que ellos son parte de la solución, no del problema.
Los amos del universo, como decía Tom Wolfe, no reconocen taras ni errores. Tomemos el caso de Bruce Wasserstein, el consejero delegado de Lazard, el banco de inversiones que ha fichado a Rato. La empresa aumentó el año pasado sus beneficios hasta 122 millones de dólares, un aumento de 37 millones con respecto al 2006. Como reconocimiento a su gran labor, Wasserstein ha recibido un bonus de 36 millones. Los accionistas pueden estar muy contentos, pero está claro que no se van a llevar mucho del aumento de los beneficios.
A la hora de pagar por los desmanes de esos consejeros delegados, ya se sabe quién termina haciéndose cargo de la factura. Cuando los Wasserstein del mundo libre se meten en un agujero, nos toca a todos sacarlos de allí.
El Gobierno francés ha descubierto alarmado que las pérdidas acumuladas por Société Générale por su inmensa incompetencia pueden hacer que el banco sea presa fácil de una OPA hostil lanzada por alguna entidad financiera que tenga su sede fuera de Francia.
No lo permita Juana de Arco. Sería un ataque intolerable a la soberanía francesa. Si es preciso, el Gobierno dará un paso adelante para impedir esa agresión. En esos casos, nada mejor que echar mano del dinero de los contribuyentes. En los noventa, Francia se gastó 20.000 millones de dólares (efectivamente, de los fondos públicos) para salvar Crédit Lyonnais y mantenerla en manos francesas.
Por tanto, con lo que les va a costar la broma a los contribuyentes franceses, ponerse una camiseta de algodón en homenaje a Jérôme Kerviel es una forma gallarda de hacer frente a la tormenta. Los 16 dólares de la camiseta no son nada comparados con la factura que les va a caer encima.
Posted by Iñigo at Enero 31, 2008 02:20 PM
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