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Julio 20, 2008
La pasión de los obamitas
Las campañas electorales norteamericanas son una veta inagotable para los presentadores de los late shows, los programas televisivos de humor que se emiten por la noche. En el caso de John McCain tienen carnaza asegurada con el tema de su edad (71 años) de la que se burlan con implacable regularidad. “En la conferencia de prensa, John McCain se negó ayer a responder a preguntas sobre el Viagra”, contaba hace poco Conan O’Brien. “Quizá porque la mayoría de las preguntas se las hizo su mujer, Cindy: ‘Vamos, deberíamos intentarlo alguna vez, aunque sólo sea una”.
Y así todas las noches. Comentan que las 1.500 páginas del expediente médico del candidato republicano son sólo el prólogo, o que McCain siempre estará preparado para hacer frente a una crisis porque se levanta varias veces por la noche para ir al baño, o que busca un vicepresidente que sepa manejar un desfibrilador, y así todo el rato.
Para hacer carrera en la política de EEUU es muy conveniente gozar de un cierto sentido del humor o al menos tener a alguien que te escriba los chistes con los que arrancar los discursos. Lo primero está al alcance de muy pocos y es útil para capear el temporal cuando vienen mal dadas. El electorado lo valora porque en general en EEUU la gente no siente mucho respeto por los políticos. Salvo en épocas de guerra, no cae bien que los dirigentes políticos se crean los salvadores de la patria. Esa es, por cierto, una de las razones por las que se hablado tanto de guerra por allí en los últimos años.
La polémica de esta semana a cuenta de la portada de The New Yorker (que pinta a Obama como musulmán y a su mujer como una radical negra de los sesenta) ha revelado algo de lo que se había hablado hasta ahora en voz baja. La campaña de Obama tiene muy poco sentido del humor y sus partidarios más acérrimos (que ya tienen nombre, los obamitas), mucho menos.
Hay que admitir que hay algo peligroso en la portada de esta revista símbolo del progresismo de la Costa Este, de todo aquello que es demasiado inteligente y elitista para la América profunda (sí, en EEUU ser demasiado culto en ciertos círculos no está muy bien visto, y en España tampoco).
El dibujo coloca negro sobre blanco los temores de Obama a que más tarde o más temprano se desate una guerra sucia que acabe con sus esperanzas electorales en buena parte del país. Si en el año 2000 llegaron a extender el rumor de que McCain tenía un hijo negro producto de una aventura (sólo porque había adoptado a una niña de Bangladesh), ¿qué no harán con Obama?
Un par de días después de desencadenarse la tormenta de verano, Obama reconoció en televisión lo que debería haber dicho desde el primer momento. La portada no le había gustado, pero no había motivos para escandalizarse contra lo que era sencillamente un ejercicio de libertad de expresión.
La reacción inicial de sus asesores fue muy diferente. Al igual que lo que pasó en España con la portada de El Jueves, se apresuraron a definirla como ofensiva y de mal gusto olvidando que la sátira sólo puede ser efectiva cuando traspasa los límites comúnmente aceptados por la mayoría de la sociedad. Cuando coloca la parte menos presentable de la realidad ante un espejo deformante que termina ofreciendo una imagen casi monstruosa.
La portada pretendía burlarse de todos los reaccionarios que cuestionan el patriotismo de Obama. Al final, los ofendidos resultaron ser los que sufren esos ataques, no los perpetradores.
Eso demuestra, más allá del sentido del humor, que muchos partidarios de Obama, tanto dentro como fuera de EEUU, albergan expectativas exageradas sobre una futura presidencia de su candidato.
Algunos olvidan que el puesto al que aspira el senador de Illinois es el de emperador de un país que cuenta con fuerzas militares en un centenar de naciones. Deberá gestionar una economía que, a través del dólar, está subvencionada por el resto del mundo, y que consume energía con la misma intensidad con la que un alcohólico se agarra a la botella. Y cuenta con una clase política y periodística que cree sin asomo de ironía que la hegemonía norteamericana es el orden natural de las cosas.
Quizá sea suficiente con que la futura Administración norteamericana vuelva a confiar en sus aliados, que no piense que Occidente debe estar embarcado en una cruzada interminable contra el mundo islámico y que no apueste por la guerra como el modo más efectivo de hacer frente a los adversarios.
Después del fiasco de la presidencia de Bush, cualquier político, casi hasta McCain, parece Alejandro Magno en la comparación. Eso no justifica aspirar a que un presidente Obama sea una mezcla de Kofi Annan y la madre Teresa de Calcuta. Nos conformamos con que no tenga los modales de Gengis Khan.
[Ilustración de Mikel Jaso.]
Posted by Iñigo at Julio 20, 2008 08:59 PM
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Comments
Nunca deja de sorprenderme el cerrado corporativismo de los medios que impide, por ejemplo, plantearse que quizás la portada de marras no sea un acierto. Digo yo que es una posibilidad, ¿no? Es como lo de escribir una serie de artículos escandalizándose por los muchos artículos que se escriben sobre el tema y el revuelo que se ha formado. Aunque sea verdad que es necesario destacar que Obama no es el mesías, yo de momento me quedo con el vídeo de JibJab, más gracioso, más punzante y con una gran puntería.
Posted by: tp at Julio 20, 2008 10:46 PM
Obama puede parecer mas simpático que sus predecesores pero si te fijas bien tiene una cara de hijoputa que da mas miedo que Bush.
No me gusta, no me gusta...
Posted by: esceptico at Julio 21, 2008 04:09 PM
Obama se graduo en la escuela de derecho de Harvard, lo cual, salvo excepciones excepcionales (como un amigo que se dedica a defender un detenido en Guantamo pro bono), lleva a calificarlo inmediatamente de mala yerba hasta que se demuestre lo contrario (es decir, que es una excepcional excepcion). Su esposa, la santificada Michelle Obama, no es mas que una abogada de un gran bufete, de esos que permiten que las grandes corporaciones estadounidenses sigan a lo suyo. Mantiene engrasada la maquinaria a cambio de, es de suponer para alguien de su antigüedad, una nomina anual de unos doscientos mil euros, si no mas.
Por cierto, la campanha de Obama ya ha llevado a cabo represalias contra el New Yorker: mira por donde, en el Obama Tour 2008 no habia sitio en ningun sitio para la corresponsal de la revista en Washington. Y este es el que viene a "limpiar" Washington y a "redimir" la politica estadounidense de los vicios de Cheney, Rove y companhia...
http://www.huffingtonpost.com/2008/07/21/obamas-revenge-emnew-york_n_113969.html
Posted by: Antonio at Julio 21, 2008 08:36 PM
Pues a mi me da mejor impresión que Bush o McCain de aquí a Lima. Que lo mismo me ha engañado con su mensaje de change, hope y we can, no digo que no, pero no sé exactamente a qué se debe esta reciente ola de escepticismo hacia Obama.
Está bien esto del escepticismo y todo, de hecho soy partidario, pero últimamente parece que McCain es mejor candidato que Obama. Y yo por ahí no paso (aun no, al menos).
Posted by: Marlango at Julio 21, 2008 11:15 PM
A mi lo que me sorprende es el tratamiento mediático de Obama, incluso cuando era candidato a ser candidato. Y tras tanta foto, tanto discurso, tanto mito a colación, no consigo ver propuestas claras, concretas, que apunten algún tipo de renovación, salvo barrer esa imagen, ese lenguaje patético de Bush. Un amigo comentaba con sorna que es cierto que en Estados Unidos un vendedor de pipas (¿o eran palomitas?) puede convertirse en presidente, siempre y cuando se convierta en un hijo de puta peligroso.
Cuando a Pascual Margall le preguntaron sobre el papel que podría jugar una hipotética administración Obama en las relaciones con el mundo islámico, dijo que podrían representar un cambio muy importante porque Obama podría llamar personalmente a Bin Laden y decirle: “Hola Osama, soy Obama” (cita textual) .
Para mi Bush ha sido el poli malo y Obama será el poli bueno, en un cuerpo de policía corrupto.
Posted by: Charly at Julio 30, 2008 01:57 PM