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Septiembre 25, 2010

Ed Miliband gana con el apoyo de los sindicatos

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Poco antes de que el resultado se diera a conocer ante el congreso laborista, el secretario general del partido, Ray Collins, reunió a los cinco candidatos en una sala y les comunicó el resultado con estas simples palabras: “Todos habéis estado brillantes. Ed Miliband, has ganado”.

Ed y David Miliband se abrazaron de inmediato. El pulso fraternal, que fue endureciéndose a lo largo de las primarias, se dilucidó al final por una diferencia mínima y por un hecho que los conservadores sólo tardaron unos minutos en intentar utilizar en su favor: fueron los votos de los militantes de los sindicatos los que permitieron a Ed Miliband convertirse en el nuevo líder del Partido Laborista.

Una vez conocido el resultado, todos se dirigieron a la sala donde los laboristas esperaban las noticias. David estaba sonriente y relajado. Ed, serio y tenso. Su lenguaje corporal era tan evidente que parecía que el ganador había sido el hermano mayor.

El endemoniado sistema electoral de las primarias hizo que se tardara bastante en resolver la incógnita. El primer resultado del escrutinio ponía a David por delante, con un 37,7%. Ed tenía un 34,3%. Al no alcanzar ninguno la mayoría, se iba descartando el candidato con menor porcentaje y se sumaba la segunda opción elegida por sus partidarios.

David se mantuvo por delante en las dos rondas posteriores, pero en la última, cuando sólo quedaban en liza los hermanos, la balanza se inclinó del lado de Ed. Por muy poco: 50,65% de los votos, frente al 49,35% de David.
El abrazo entre ambos se repitió, esta vez frente a los asistentes al congreso. Ed pronunció unas palabras, no demasiado brillantes ni originales. Sólo lo que se esperaba en ese momento. En realidad, su primera gran intervención como líder laborista se producirá el martes cuando pronuncie el discurso principal del congreso del partido.

Ed Miliband dijo –aún serio, sin permitirse una sonrisa– que representa a “una nueva generación” en política, una forma de decir que los laboristas deben olvidarse ya de los años de Blair y Brown. “Sé que tenemos que cambiar”, explicó, para recuperar a los votantes que perdieron en las últimas elecciones.

Las primarias tenían tres electorados diferentes (diputados, militantes del partido y militantes de sindicatos y otras organizaciones ligadas a los laboristas) y cada uno de ellos aportaba una tercera parte de los votos. David Miliband ganó en el grupo parlamentario: recibió 140 votos de los diputados, por 122 para Ed. También le superó en el escrutinio de los militantes del partido.

Pero fue entre los militantes de los sindicatos donde Ed labró su victoria. Los tres principales sindicatos recomendaron el voto a Ed, pero al final la decisión dependía de sus afiliados. Y estos prefirieron al hermano menor.

El primer ministro, David Cameron, envió un mensaje de felicitación al vencedor y luego le llamó por teléfono. Ese era el detalle protocolario. La presidenta del Partido Conservador, Sayeeda Warsi, se aplicó de inmediato a golpear al nuevo líder en su flanco potencialmente más vulnerable: “Ed Miliband no ha sido elegido por los diputados, ni por los militantes del partido, sino que ha llegado al poder gracias a los votos de los sindicatos. Me temo que esto es un paso atrás para los laboristas”.

Los tories intentarán presentar al joven Miliband, de 40 años, como una marioneta de los sindicatos, que se preparan para lanzar una campaña de movilizaciones contra el inminente recorte del gasto público.

Este análisis obvia el hecho de que el nuevo líder obtuvo entre los parlamentarios unos resultados mucho mejores de lo esperado. Al principio de las primarias, se creía que David barrería en el grupo parlamentario. No fue así, y eso le costó la victoria.

Los laboristas han votado con el corazón, y no con la cabeza, ha escrito el columnista de The Guardian Michael White, y probablemente sea cierto. Ed era el candidato con carisma y capacidad de volver a ilusionar a los votantes, cansados de ver las mismas caras de siempre en la dirección laborista.

David parecía la carta segura, el político con experiencia que había demostrado como ministro de Exteriores que podía ser un líder solvente, alguien que estaba en condiciones de ser primer ministro casi en cualquier momento.

Los laboristas prefirieron apostar por lo desconocido, quizá porque saben que Cameron será un rival temible en las próximas elecciones, a menos que la situación económica pase de crítica a catastrófica.

El primer reto de Ed Miliband es dejar claro cuál es la política laborista en relación al déficit presupuestario y la reducción del gasto público. El Gobierno quiere reducir prácticamente a cero el déficit en esta legislatura, lo que obligará a enormes sacrificios económicos. En la última campaña, los laboristas proponían dejar ese déficit en la mitad para no poner en peligro la recuperación económica.

Esa era la postura de David Miliband. A lo largo de las primarias, su hermano dejó entrever que incluso esa reducción podría ser excesiva y que quizá fuera necesario reconsiderarla. Es una de las razones del fuerte apoyo sindical que ha recibido.

La mayoría de los ministros del anterior Gobierno de Brown teme que si Ed no cree que la lucha contra el déficit debe ser un elemento fundamental de la política económica, la credibilidad de los laboristas se vea resentida entre el electorado. Eso es precisamente lo que el Gobierno de Cameron espera que ocurra.
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Perfil de Ed Miliband. El emisario del 'Planeta Fuck'.

Posted by Iñigo at Septiembre 25, 2010 09:40 PM

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