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Octubre 15, 2010
Keith Richards y su viejo amigo Lucifer
Qué recuerdos más gratos le dan a Keith Richards las naranjas de Valencia. Y no es que las haya probado. Su relación con Anita Pallenberg comenzó en un coche que les llevaba de Barcelona a Valencia hace 40 años. Sin que mediara una palabra, Pallenberg le bajó la bragueta del pantalón y le hizo una felación.
Hay que decir que ninguno conducía y que hay cosas que no se olvidan. “Recuerdo el olor de los naranjos de Valencia”, escribe el guitarrista de los Rolling Stones en sus memorias. “Cuando follas con Anita Pallenberg, recuerdas cosas”.
El libro de Richards –'Life' sale a la venta el 26 de octubre– es lectura obligada no sólo para los seguidores de los Stones. Pocos libros pueden representar mejor la locura de los 60, en términos de creatividad y locura desenfrenada, que las memorias de este músico adicto a todos los excesos farmacológicos inventados por el ser humano.
La presencia de Richards, de 66 años, entre nosotros es un legado de la capacidad de resistencia de los rockeros para llegar hasta el final. Si a muchos de ellos les molesta que les recuerden la parte, digamos, delictiva de su pasado –todas esas sustancias que las campañas contra la droga nos animan a no tocar–, Richards parece encantado de hablar de ello.
Todo gira en torno a su imagen de músico satánico, drogata reincidente y pirata de la era anterior al capitán Sparrow. Y orgulloso de ello: “No tengo prevista la muerte. No quiero ver aún a mi viejo amigo Lucifer. Porque es a él a quien voy a ver, ¿no? No creo que vaya al otro lado”, dijo ayer en una entrevista con The Times.
Si hay algo interesante en Life, son los detalles de ese matrimonio duradero que formó con Mick Jagger. Richards encuentra un placer especial en burlarse de su viejo amigo y socio.
“Fue a comienzos de los 80 cuando Mick comenzó a ponerse insoportable” es el estupendo comienzo de uno de los capítulos. Es difícil mejorar eso, pero no. Después sabemos que Jagger la tiene pequeña (aunque la fuente de esta medición son otros), que la música que ha hecho en solitario no vale mucho (su disco Goddess in the Doorway “es como Mein Kampf [de Hitler], todos lo tienen y nadie lo ha leído”), que Mick no canta con el corazón, pero sí toca bien la armónica, que también intentó escribir un libro, pero que no pudo terminarlo... La lista es interminable.
Resulta que Mick Jagger sí ha leído el libro antes de su publicación. Le preguntan a Richards si le pidió que eliminara algún fragmento hiriente. El guitarrista se parte de risa y dice que sólo la referencia a que Jagger tuvo un profesor de canto para que le educara la voz: “Y todos lo sabían. Ha salido en un millón de entrevistas pero por alguna razón dijo: ‘¿Podrías quitar esto?’ Y le dije: ‘No, he intentado contar la verdad”.
Y eso incluía el triángulo amoroso con Anita Pallenberg. O cuarteto, según se mire. Richards cuenta en el libro que estaba aterrorizado con la idea de que Pallenberg le abandonara y se fuera con Mick Jagger. Ambos estaban rodando entonces una película, ‘Performance’, donde hacían de amantes.
Richards pasó un día terrible pegado a la ventana a la espera de que un coche trajera a Anita. La tensión fue en aumento y Richards cogió la guitarra y compuso ‘Gimme Shelter’. Al final, el coche no llegó y él se imaginó lo peor. Sólo podía vengarse de una manera. Se acostó con Marianne Faithfull, novia de Jagger. Pero tratándose de Richards, nada podía ser sencillo. Ambos oyeron a Jagger llegar en su coche. El guitarrista de los Stones recogió deprisa su ropa, se dejó los calcetines y saltó por la ventana.
Uno se pregunta entonces cómo ha podido sobrevivir la relación entre Keith Richards y Su Majestad o Brenda (apodos de Jagger cosecha de Richards). Quizá porque la mayor banda de rock de la historia no podía desaparecer o porque casi sólo se ven en el escenario. Richards no ha pisado el camerino de su socio en los últimos 20 años.
Richards dejó la heroína en 1978 y la cocaína en 2006. Se ha quedado con el tabaco. No es que esté arrepentido de ese pasado, antes al contrario. ¿Volvería a meterse heroína si su cuerpo se lo permitiera? "Sí, sí. Había ahí muchas experiencias. Conocías a un montón de gente rara, formas diferentes de vivir que no ibas a encontrar si no ibas por ese camino. Me encantaba un buen subidón. Y si te quedas ahí arriba, pillas las canciones que todos los demás se pierden porque se han quedado dormidos. Esas canciones están flotando en todos los sitios".
Luego está el tema de la relación calidad-precio. Hay cosas en las que no conviene ahorrar: "Atribuyo mi supervivencia a la gran calidad de las drogas que tomaba. Era muy meticuloso con lo que me metía. Nunca ponía de más para tener un subidón mayor. Ahí es donde la gente la jodía con las drogas. La avaricia es lo que nunca me afectó a mí".
Por lo que dice Richards, hay cosas más peligrosas que la heroína. Dice que “la fama ha matado a más gente con talento que las drogas”. Con él, todavía no ha podido.
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Fotos y extracto del libro en Rolling Stone.
Posted by Iñigo at Octubre 15, 2010 08:29 PM
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Comments
Han tardado poco en fusilarte el texto.
http://peru21.pe/noticia/654492/keith-richardsdestroza-mig-jagger
A no ser que haya sido al revés, claro.
Posted by: PacoM at Octubre 16, 2010 01:45 AM