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Julio 17, 2011
El fin de la dinastía Murdoch
En los pasillos del imperio Murdoch hay un asunto del que no se habla en voz alta: discutir sobre cuándo Rupert Murdoch, de 80 años, entregará las riendas del poder. En 2010, el príncipe saudí Al-Waleed bin Talal, segundo mayor accionista de News Corporation, rompió el tabú en una entrevista en la que dijo que James Murdoch era la persona más adecuada para suceder a su padre.
Los comentarios no cayeron muy bien en la cúpula –como en los grandes imperios la mortalidad es un inconveniente para los plebeyos, no para el jefe máximo–, pero Bin Talal dijo después que Murdoch se había reído bastante con toda la polémica. “Voy a quedarme hasta que tenga 130 años”, le dijo al príncipe.
Los plazos se están acortando. El escándalo de las escuchas por el News of the World ya no es sólo una catástrofe de relaciones públicas ni el principio del fin de la influencia de Murdoch en la política británica. Las artes oscuras de los tabloides amenazan con destruir los planes sucesorios de Murdoch y el control por su familia de todas y cada una de las decisiones del imperio. Lo que parecía imposible hace una semana ahora es como mínimo probable. Quizá dentro de una semana sea inevitable.
“Mierda, tío. Los proyectiles caen cada vez más cerca”, le dijo una fuente de News Corporation a Michael Wolff, biógrafo de Murdoch. Los escudos humanos que protegían a James Murdoch del mal olor que despedía el NOTW han ido cayendo uno tras otro.
Ya en 2007 se deshicieron de Andy Coulson. El viernes, se aceptó la dimisión de Rebekah Brooks, que era casi como una hija para el magnate. Horas después, el que cayó sobre la espada fue Les Hinton, consejero delegado de Dow Jones –editora de The Wall Street Journal– y con una trayectoria de 50 años en las empresas de Murdoch. Según The Sunday Times, Hinton no quería dimitir, pero Murdoch no le dejó otra opción.
No quedan más torres y alfiles que sacrificar. El siguiente en la lista es la reina, James, que protege al anciano rey. Muchos creen que James está muerto por haber participado en el encubrimiento del escándalo. Firmó de su puño y letra en 2009 las indemnizaciones por valor superior a un millón de libras con las que la compañía consiguió que se retiraran las primeras demandas contra el NOTW.
Durante muchos años, James Murdoch disfrutó de la apacible vida del segundo hijo que sabe que la sucesión está reservada al primogénito. Eso no le libraba de tener que probar por orden de su padre a qué sabe la prensa. Su interés era inexistente. Con 15 años, pasó un tiempo de becario en un periódico de Sydney y un fotógrafo de la competencia le cazó dormido durante una rueda de prensa.
No terminó los estudios en Harvard. Estaba más interesado en la cultura underground –de esa época conserva dos tatuajes– y en una discográfica de hip hop que ayudó a fundar. Murdoch nunca quiere tener muy lejos a sus hijos. Compró la discográfica y James volvió a la casa madre.
Al final, fue el hermano mayor el que no dio la talla. Lachlan no mostraba el mismo instinto asesino de su padre en los negocios ni soportaba bien la presión. James era el que recibía las grandes misiones. Primero, en Hong Kong al frente de la empresa televisiva por satélite Star. Luego en Londres, con la dirección de BSkyB a la que llegó con sólo 31 años. Murdoch padre ni se inmutó por las acusaciones de nepotismo.
Su actuación fue brillante en ambos puestos. Ya estaba claro quién era el elegido. “James es como su padre”, escribió Wolff. Implacable. Con tendencia a tomar decisiones impetuosas. Si acaso, más abierto al mundo exterior. Cree firmemente que el cambio climático es la mayor amenaza que sufre el planeta. Pero en los negocios tampoco hace prisioneros.
James Murdoch ha tropezado en la piedra del imperio familiar que menos le interesa. Cree que los grandes rivales de News Corporation son Google y Apple, no otras televisiones ni mucho menos los periódicos. El escándalo del NOTW le pilló tan dormido como en la famosa conferencia de prensa de Sydney. La gestión de la crisis fue un desastre hasta que Rupert Murdoch se rindió a la evidencia y pidió disculpas el viernes personalmente.
No parece suficiente. The Times publicó el viernes un durísimo editorial contra la empresa de la que forma parte por su respuesta al escándalo. El ejercicio del poder “exige que los privilegiados asuman la responsabilidad sobre sus propias acciones y las de las organizaciones que dirigen”. No hay que leer entre líneas para saber que se refiere a James Murdoch.
La familia controla el 13% de las acciones de la compañía, pero el 40% de las acciones con derecho a voto. Nada se puede hacer contra su voluntad. A los accionistas minoritarios nunca les ha hecho ni caso. Murdoch compró este año la productora televisiva fundada por su hija Elisabeth por un precio excesivamente generoso: 477 millones de euros por una empresa con ingresos anuales de unos 450 millones. Así consiguió que regresara a News Corporation.
Ahora el patriarca se encuentra en una situación inédita. Es la presión política y de la opinión pública, la que puede obligarle a cambiar el rumbo. Si las investigaciones cruzan el Atlántico, cualquier cosa puede ocurrir.
En dos semanas, las acciones de News Corporation han perdido todo lo que habían ganado desde enero. Es difícil pensar que si la reputación de James Murdoch se hunde en el Reino Unido, pueda seguir siendo la carta de futuro.
Algunos han apuntado el nombre del vicepresidente Chase Carey. Según la revista Adweek, tiene buena reputación como limpiador de errores ajenos, una especie de señor Lobo como el de Pulp Fiction. Es un perfil muy adecuado para esta crisis. Hay muchos cadáveres de los que deshacerse sin que se enteren las autoridades.
Los protagonistas
James Murdoch, consejero delegado de News corp.
James Murdoch (39 años) es el elegido para sustituir a su padre. Su gestión de BSkyB ha sido muy exitosa, pero ha tropezado en la parte del negocio que menos le interesa, la prensa. Pensó que el pago de unas indemnizaciones serviría para enterrar los delitos del ‘NOTW’, pero sólo sirvió para que ahora sea considerado el mayor encubridor del escándalo.
Lachlan Murdoch, hijo mayor de Murdoch.
Su padre le nombró editor del principal diario australiano cuando sólo tenía 23 años. Su gestión de la compañía de telecomunicaciones One.Tel fue bastante desastrosa e hizo perder a la empresa millones de dólares. Incómodo con la presión, en 2005 abandonó sus cargos en News Corp. y volvió a Australia para montar sus propios negocios, aunque continúa siendo accionista de la empresa y miembro del consejo ejecutivo.
Elisabeth Murdoch, miembro del consejo ejecutivo de News Corp.
Elisabeth (42 años) decidió hace tiempo que su futuro estaría fuera de la empresa del padre. Fundó Shine, una productora que ha prosperado en el competitivo negocio televisivo británico y que ha sido adquirida este año por News Corp. Según Wolff, Elisabeth cree que tanto James como Rebekah Brooks “han jodido” a la compañía con la gestión de la crisis, frase que ella ha desmentido.
Wendi Murdoch, esposa de Rupert Murdoch.
Wendi Deng (42 años) se casó con Murdoch en 1999 sólo tres meses después del divorcio de este con su primera esposa. El acuerdo de divorcio impide que los dos hijos de la pareja tengan los mismos derechos accionariales que los vástagos del primer matrimonio. A Wendi se le atribuye un papel fundamental en los contactos de News Corp. con el Gobierno y las empresas chinas.
Al-Waheed bin Talal, segundo máximo accionista de News Corp.
Bin Talal (56 años), sobrino del rey Abdalá, es una de las grandes fortunas de Arabia Saudí. Es el principal aliado de Murdoch y buen amigo de su hijo, James. Hace unos días, dio una entrevista, lo que hace en pocas ocasiones, para dejar claro que la posición de Brooks era insostenible. De ideas reformistas en su país, contrató a una mujer como piloto de uno de sus aviones como forma de mostrar su rechazo a la prohibición de conducir un coche que rige para las mujeres.
Chase Carey, vicepresidente de News Corp.
Carey (57 años) es el directivo más poderoso de News Corp. que no se apellida Murdoch. Entre sus funciones, figura la de estar en permanente contacto con los principales accionistas, entre los que tiene una buena reputación. Se le conoce como alguien capaz de exprimir hasta el final los ingresos de una empresa, otra buena señal para los accionistas.
Posted by Iñigo at Julio 17, 2011 11:39 AM
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Comments
¿Por qué ha caído Les Hinton? ¿Para qué sacrificar a un un alto ejecutivo que ejerce allende el Atlántico cuando el escándalo está en las islas?
Posted by: Anonymous at Julio 17, 2011 10:43 PM
Hinton era consejero delegado de News International en Londres a principios de la década cuando el NOTW pinchaba los teléfonos.
Además, no se apellida Murdoch.
Posted by: Iñigo at Julio 17, 2011 10:48 PM
Gracias por la aclaración.... y por el inciso.
Posted by: Anonymous at Julio 18, 2011 11:29 PM