Julio 04, 2011
La historia del inglés
Sorry. Really sorry. Los últimos dos sábados no he podido ofrecer las 'Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto' por coincidir con un espectáculo deportivo llamado torneo de tenis de Wimbledon. En desagravio, aquí está la historia del inglés en diez cómodos capítulos. En el reparto: normandos, sajones, Shakespeare (cómo no), la Biblia del rey Jaime (no sabéis hasta qué punto fue importante en la evolución del idioma), los científicos, Newton (sin la manzana), el imperio (que fue como una gira de U2 pero con gran derramamiento de sangre), diccionarios, yankis, Internet y todo lo demás.
Este es el primer capítulo. Aquí, la serie completa.
Vía Andrew Sullivan, un inglés que vive en EEUU. Qué paciencia debe de tener.
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Le vendría bien a estos dos. Bueno, ya es demasiado tarde.
Posted by Iñigo at 01:50 AM | Comments (1) | TrackBack
Marzo 05, 2011
El tiburón de Damien Hirst ataca de nuevo
Para los museos, las cifras de visitantes tienen ya tanto peso como los espectadores en la televisión. Por eso, la Tate Modern se ha entregado en cuerpo y alma a Damien Hirst para el momento más especial que tiene por delante: el verano de los Juegos Olímpicos de Londres. Tenía que elegir una exposición que coincidiera con esas fechas y la apuesta ha sido la misma que haría el presidente de un club de fútbol: dinero y público.
El museo de arte más visitado de Londres dedicará una retrospectiva al artista, la primera que disfruta en un gran centro de arte nacional del Reino Unido. Será en cierto modo la consagración de Hirst, una figura polémica a la que la mayoría de los críticos ha abandonado a su suerte.
No faltará el famoso tiburón sumergido en formol, oficialmente conocido como ‘La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo’. La muerte es aún más difícil cuando el artista garantiza reponer el cadáver si termina descomponiéndose. El tiburón que llegue a Londres en 2012 no será el mismo que un banquero compró por 12 millones de dólares. Hirst lo cambió por otro haciendo honor a su promesa.
La exposición incluirá la vaca troceada (‘Madre e hijo dividido’) y su instalación ‘Un millar de años’, el cubículo acristalado que contiene la cabeza de una vaca y un número no especificado de moscas.
Los visitantes tendrán la oportunidad, según Ann Gallagher, de la Tate Modern, de “alejarse de todo el ruido que rodea a Hirst, volver a 1988 (cuando irrumpió en la escena artística de Londres) y seguir el recorrido de toda su carrera”.
La Tate se garantiza así titulares y una marea de público. Podía haber optado por soluciones más imaginativas o haber empleado el momento en que muchos extranjeros visitan Londres para ofrecer lo último del arte contemporáneo británico. Al final, ganó la idea previsible.
Ya no se espera a que un artista entre en los últimos años de su carrera para rendirle el homenaje que supone una gran retrospectiva. Ahora los museos necesitan más a los artistas en una época en la que no pueden sobrevivir sin cuantiosos patrocinios privados. Y las empresas que apoyan estas exposiciones, habitualmente bancos y multinacionales, prefieren nombres que prometan una atención desmesurada.
Rachel Campbell-Johnston, crítica de arte de The Times, es de los que piensan que Hirst será recordado –eso es inevitable–, pero en un escalón progresivamente inferior. El impacto y la novedad de su obra se han ido desvaneciendo: “Su importancia reside más en las cuestiones que plantea acerca del mercado del arte que del mérito estético de unas obras que a menudo corren el riesgo de descomponerse, al igual que su carrera”.
Sin embargo, los que manejan el dinero no están tan preocupados. No aprecian que el valor comercial de Hirst se pudra a la misma velocidad que su famoso tiburón. Las casas de subastas están convencidas de que la cita de 2012 volverá a empujar al alza la cotización de sus obras, que continúa siendo alta.
La exposición de la Tate dedicará una sala a una subasta, algo casi inaudito. Fue la subasta de Sotheby’s que recaudó con las obras de Hirst 111 millones de libras en septiembre de 2008, justo el día en que Lehman Brothers se fue por el sumidero y con él el sistema financiero internacional. El tiburón sobrevivió a la catástrofe.