Ahora que la Unión Europea quiere convertirse en una fortaleza y mantener alejadas a las víctimas de la guerra de Siria, los atentados de Bruselas demuestran hasta qué punto eso es una ilusión si de lo que se trata es de aislar a Europa de las consecuencias de la guerra de Siria. Gracias al pacto con el Gobierno turco, puede dejar fuera a la mayoría de los refugiados, pero no a los yihadistas que forman parte del ISIS o se sienten inspirados por ese grupo. Estos últimos ya están dentro, en especial en Bélgica donde cuentan con una infraestructura muy resistente.
Bélgica es sin duda el eslabón más débil de la red de seguridad europea. La coordinación entre sus servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad continúa siendo mediocre en un país mal cohesionado y con demasiadas administraciones con competencias que se solapan.
Los medios con que cuenta para hacer frente a esa amenaza no son suficientes. Unos pocos centenares de policías deben vigilar a miles de sospechosos potenciales, escribe Jason Bourke, de The Guardian, a quien una fuente policial ha confesado que están «simplemente exhaustos». El distrito de Molenbeek, en Bruselas, es un lugar que puede dar cobijo a un fugitivo como Salah Abdeslam durante meses. Bélgica es el país europeo del que han salido más voluntarios para combatir en las filas del ISIS teniendo en cuenta su población.
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