Joe Biden ya es presidente de Estados Unidos. En otras palabras, ha conseguido traducir el poder de la presidencia y de la mayoría demócrata en el Congreso en una ley que tendrá consecuencias importantes en la economía del país y en la vida cotidiana de millones de norteamericanos. Tomó posesión del cargo el 20 de enero y firmó una larga lista de decretos, pero es gracias a la aprobación de un inmenso paquete de ayudas públicas para superar la crisis económica de la pandemia con lo que ha demostrado que su victoria en las elecciones ha servido para algo real.
El Senado ha aprobado este sábado por 50 votos a 49 la ley que hará posible el gasto de 1,9 billones de dólares (con B) con la entrega de subsidios económicos directos a los ciudadanos y la mayor cantidad de fondos públicos empleada en décadas para reducir la pobreza infantil. La cantidad comprometida supone un 40% del gasto federal de EEUU en un año normal. El presupuesto federal de 2019 fue de 4,4 billones.
Recibirán 1.400 dólares aquellos que ganen hasta 75.000 dólares (112.500 en el caso de padres/madres solteras o 150.000 en el de las parejas). Se aumentará en 300 dólares mensuales el subsidio de desempleo hasta el 6 de septiembre. Se destinan 50.000 millones para mejorar el sistema de vacunación y 49.000 millones para ampliar las pruebas de coronavirus y el sistema de rastreo de contagios.
El aumento de subsidios y ayudas fiscales a las familias con hijos será tan amplio que pretende reducir a la mitad la pobreza infantil en el país. La ley incluye también 350.000 millones en transferencias directas a las autoridades de estados y ayuntamientos, y 130.000 millones para la educación primaria y secundaria, en ambos casos para afrontar gastos relacionados con la pandemia.
La ley no contó con ningún apoyo entre los republicanos del Senado. Las encuestas muestran que existe un gran apoyo popular a esta medida, por encima del 60%, lo que incluye a muchos votantes republicanos. La aspiración de Biden de alcanzar acuerdos con el partido de la oposición se ha revelado como una fantasía, lo que no es ninguna sorpresa. Será así a lo largo de todo su mandato. Los republicanos consideraban que la cantidad de dinero público empeñado era desorbitada.
La Cámara de Representantes aprobó otra ley similar hace unos días con un alcance económico más ambicioso. Ahora deberá debatir la versión del Senado y aprobarla para que pueda ser firmada por Biden.
Biden: "I really want to thank the American people for making all this possible. How do they make it possible? Quite frankly, without the overwhelming bipartisan support of the American people, this would not have happened." pic.twitter.com/bv4UZxutZe
— Aaron Rupar (@atrupar) March 6, 2021
Lo que no aparece en la ley es el aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora. Era imposible desde el momento en que los demócratas decidieron sacar adelante el proyecto por el sistema de «reconciliación», que permite su aprobación con una mayoría de votos pasando por encima de las tácticas de obstrucción parlamentaria («filibustering») contra las que sólo se puede ganar con una mayoría reforzada de 60 votos.
No es que los republicanos no recurrieran al filibustering. Un senador exigió que se leyeran todas y cada una de las 628 páginas de la ley, tarea que correspondió a los funcionarios de la Cámara durante una sesión que duró 10 horas y 44 minutos.
El senador Bernie Sanders presentó una enmienda para incluir el aumento del salario mínimo que no obtuvo los 60 votos necesarios. De hecho, no recibió el apoyo de todos los demócratas. Siete de ellos, además de un independiente de Maine que vota siempre con ellos, votaron en contra. Uno de ellos fue Joe Manchin de Virginia Occidental, cuyo único voto era tan valioso que consiguió reducir algunas de las cifras de gasto público que manejaba la Casa Blanca (por ejemplo, se pretendía que el extra del subsidio de paro fuera de 400 dólares).
El ala progresista de los demócratas tiene en Manchin a uno de sus grandes enemigos de esta legislatura. Otra forma de ver su situación es que es probable que ningún demócrata excepto él pueda ganar las elecciones en un Estado tan conservador como el suyo. Trump ganó allí las elecciones de noviembre con un 68% de los votos.
Oiremos hablar mucho de Manchin en los dos próximos años. Con los dos partidos empatados a 50 votos (con ese resultado, el voto de calidad de la presidenta del Senado, la vicepresidenta Harris, dirime la votación), Manchin será el voto imprescindible para que la Casa Blanca pueda sacar adelante sus proyectos, aunque lo cierto es que no es el único senador demócrata moderado –es decir, conservador– al que tendrán que convencer.
El salario mínimo no se ha tocado desde 2009 y está en 7,25 dólares la hora. Subirlo a 15 dólares es otro asunto que tiene el apoyo de las encuestas –también en varios estados como Florida donde Trump ganó en noviembre–. Es seguro que el incremento volverá a votarse en el Congreso antes de las elecciones legislativas de 2022. «Si algunos senadores cree que esta es la última vez en que se votará dar o no un aumento salarial a 32 millones de americanos están muy equivocados», dijo Sanders esta semana. «Volveremos a plantearlo porque es lo que demanda y necesita el pueblo americano».