Dos testimonios muy diferentes de Brian Eno y Elie Wiesel sobre la destrucción que sufre Gaza. Eno prefiere centrarse en el contexto en que se produce (la ocupación de los territorios palestinos y la humillación constante en que viven sus habitantes). Wiesel culpa de la muerte de centenares de niños palestinos no a los que los matan, sino a las milicias de Hamás.
En su mensaje, Brian Eno se refiere también a la responsabilidad de EEUU y por extensión de los países occidentales:
«Estuve en Israel el año pasado con Mary. Su hermana trabaja para la UNRWA en Jerusalén. Haciendo de guías nuestros estaban un palestino –Shadi, que es guía profesional y el marido de la hermana de Mary– y Oren Jacobovitch, un judío israelí exmilitar que dejó el Ejército desprestigiado por negarse a golpear a palestinos. Gracias a los dos, descubrimos cosas horribles. Casas palestinas protegidas por un valla metálica y tableros para impedir que los colonos lancen mierda, orina y pañales sanitarios usados sobre sus habitantes; niños palestinos que son golpeados por niños israelíes con bates de béisbol ante las risas y aplausos de sus padres; todo un pueblo expulsado de sus casas y que viven en cuevas porque tres familias de colonos se han hecho con su tierra; un asentamiento israelí sobre una colina que deposita sus aguas residuales directamente sobre los cultivos palestinos; el Muro; los controles… y una serie interminable de humillaciones diarias.
Yo no hacía más que pensar: ¿realmente los norteamericanos aceptan esto? ¿Creen realmente que está bien? ¿O sencillamente no saben lo que ocurre?
Sobre el proceso de paz: Israel quiere el proceso, pero no la paz. Mientras transcurre ‘el proceso’, los colonos continúan apoderándose de la tierra y construyendo los asentamientos… y luego cuando los palestinos responden con sus ridículos fuegos artificiales, son aplastados con misiles de alta tecnología y proyectiles de uranio empobrecido porque Israel ‘tiene el derecho de defenderse’ (mientras los palestinos claramente no lo tienen).
Y las milicias de los colonos están encantados con dar puñetazos o arrancar el olivo de alguien mientras el Ejército mira al otro lado. Por cierto, la mayoría de ellos no son de origen israelí. Son judíos que han ejercido el ‘derecho al retorno’ desde Rusia, Ucrania, Moravia, Suráfrica y Brooklyn que llegaron a Israel con la idea de que tienen el derecho inviolable (¡y concedido por Dios!) a esa tierra, y que piensan que un árabe es lo mismo que una plaga de insectos, el racismo de toda la vida expresado con el mismo arrogante y desvergonzado que los viejos chicos de Luisiana. Esa es la cultura que defienden nuestros impuestos. Es como enviar dinero al Ku Klux Klan.»
An injured girl in hospital in Gaza. She was wounded in Israeli bombing of Rafah. pic.twitter.com/3EhZ5LStu1
— Jon Donnison (@JonDonnison) agosto 2, 2014
Elie Wiese ha escrito un texto que se ha publicado como anuncio en algunos periódicos. Sostiene que los judíos «renunciaron al sacrificio de niños hace 3.500 años», basándose en su lectura del Antiguo Testamento:
«Lo que estamos sufriendo hoy no es una batalla de judíos contra árabes o israelíes contra palestinos. Es en realidad una batalla entre los que celebran la vida y los que apuestan por la muerte. Es una batalla de la civilización contra la barbarie.
¿No comparten las dos culturas que nos dieron los Salmos de David y las valiosas bibliotecas del Imperio Otomano el amor a la vida y la transmisión de la sabiduría a sus hijos? ¿Puede encontrarse esto en el negro futuro que ofrece Hamás a los niños árabes, ser terroristas suicidas o escudos humanos para sus cohetes? (…)
Hombres y mujeres de espíritu moderado y fe, sea en Dios o en el hombre, deben abandonar sus críticas a los soldados israelíes –cuya terrible elección consiste en disparar y arriesgarse a dañar a los escudos humanos, o no disparar y arriesgarse a que mueran sus seres queridos–, y volverlas contra los terroristas que han quitado toda posibilidad de elegir a los niños palestinos de Gaza.»