El destape de Draghi ha provocado sudores fríos en el Bundesbank. ¿Habrá un enfrentamiento directo entre estas dos bestias financieras? Hasta ahora el BCE y el banco central alemán han caminado en paralelo. Las declaraciones de Draghi, que han provocado un inmenso alivio en España e Italia y el brusco descenso de sus primas de riesgo, plantea un escenario diferente.
A esta hora los tipos españoles de la deuda a 10 años ya han bajado al 6,72%. El martes llegó a estar en el 7,74%.
Sin embargo, no hay que olvidar que el presidente del BCE sólo ha hablado –lo que no es poco–, y está por ver hasta dónde llegarán sus actos.
Incluso así, esas dos frases no han gustado en Alemania. Tampoco es que tengan que hacer otra cosa que reiterar sus posiciones ya conocidas. Si acaso es significativo que el Bundesbank no haya esperado unos días para comprobar exactamente qué pretende Draghi. Un portavoz del banco alemán ha recordado que desde hace tiempo valoran negativamente la compra de deuda soberana por el BCE «porque confunde la diferencia entre política monetaria y fiscal». De lo segundo, no tienen ningún apetito, como tampoco quieren que el segundo fondo de rescate bancario asuma una ficha bancaria y con ella compre directamente deuda.
En la prensa alemana son más directos. «El BCE emerge como un caballo de Troya», ha escrito hoy un columnista del diario conservador Die Welt. Ya no cuenta como defensor de los principios de estabilidad, sino de una Europa en la que «el Sur tenga la última palabra». Como siempre, los alemanes se ven en el papel de paganos. Creen que en última instancia a ellos les tocará costear la compra de deuda de los países periféricos a través de los fondos de rescate.
El diario económico Handelsblatt cita a un diputado de la mayoría de gobierno que define a Draghi «no como un salvador, sino como un saqueador».
Nada de esto saldrá gratis, incluso si Draghi confirma el giro de 180 grados (¿o serán sólo 90?). El ministro de Hacienda Schäuble (habitualmente la cara amable de Berlín) ha dicho que apoya las palabras de Draghi, pero advierte de que, para que se conviertan en realidad, los gobiernos deberán cumplir su parte del trato y «poner en marcha las medidas necesarias para superar la crisis financiera y de confianza».
Ya nos podemos imaginar qué quiere decir Schäuble con «medidas necesarias».
El cartel no podía ser más apropiado: «Gane quien gane… Perdemos».
Yo más bien temo que el giro será de 360º.
Me resulta interesante el uso de la palabra «saqueador». ¿Referencia Randiana deliberada? No creo, por aquello de que en Europa no se estila mucho la tontería objetivista, pero el comportamiento de los alemanes en esto tiene bastante de eso…
Si España puede seguir endeudándose, aquí no va a hacer ajustes reales nadie. NADIE. Los chiringuitos están montados, las redes clientelares y los barones regionales no van a ser tocadas por Rajoy, un hombre del sistema, en las antípodas de cualquier reformista.
Por otro lado, los alemanes imponen unas medias al estilo del FMI que no gustan a nadie, en ninguna parte, porque son totalmente ineficaces. En España son legión los que celebrarían que Alemania exigiese que se desmontase -o al menos, erosionase- las distintas Castas que esquilman el país. Muchos aplaudirían políticas económicas impuestas desde fuera que forzasen a terminar con el sistema de rentistas que sufre el país, en favor de la economía productiva.
Pero eso son sueños húmedos. Los alemanes solo quieren evitar ser los paganos. Lo demás les da igual. Guatemala, o Guatepeor.