Clinton necesita sudar en las primarias para ganar después a los republicanos

clinton

La encuesta que publica el periódico más importante de Iowa hace pensar que las primarias demócratas no serán un desfile militar para Hillary Clinton. Su ventaja sobre el senador Bernie Sanders en ese Estado se ha reducido a siete puntos: 37%-30%. Es un dato llamativo, pero, como indica Nate Silver, ser el favorito no significa que vayas a ganar todas las primarias por goleada.

sondeo iowa

El sondeo también confirma que el escándalo de los emails de su época en el Departamento de Estado no tiene gran influencia entre los votantes demócratas. Sólo es relevante para los republicanos que ya piensan que Clinton es la reencarnación del Anticristo.

Los números de la encuesta no son necesariamente una mala noticia para Clinton e incluso puede ser positivos de cara al duelo final con los republicanos. Si las primarias demócratas son irrelevantes, la atención de los medios estará centrada en los republicanos –muchísimo más divertidos–, y lo que interese a los periodistas sobre la campaña de la exsecretaria de Estado tendrá poco que ver con «policy» (las ideas de la candidata), y mucho con «politics» (si sus números bajan o suben, si despierta la confianza suficiente en ciertos sectores sociales, si recauda mucho o poco dinero, etc.)

Las primarias en EEUU son una especie de lucha darwiniana en la que los candidatos evolucionan, encajan golpes, ajustan su estrategia y ofrecen una versión mejorada de sí mismos al final del proceso. O eso intentan. Si los medios tienen trapos sucios sobre ti, es mejor que los saquen un año y medio antes de las elecciones que dos meses antes (y los sacarán porque a Bill y Hillary siempre les ha encantado acumular dinero). Si fallan en las etapas intermedias, lo pagarán siendo derrotados en las primarias e incluso si salen victoriosos, pueden sufrir las consecuencias de esos errores anteriores en la batalla final.

Entre otras muchas cosas, es lo que le pasó a Clinton en 2008. Nunca tuvo un plan B y su plan A era bastante mediocre.

Preparada para una carrera fácil ante adversarios con mucho menos dinero y apoyo en el aparato del partido, subestimó a un poco conocido senador de Illinois, derrochó el dinero en una campaña en la que los viejos asesores de la familia Clinton cobraban unas facturas astronómicas (y luego se quedó sin fondos cuando más los necesitaba), y olvidó que las primarias consisten en sumar delegados. Cuando se quiso dar cuenta, la campaña de Obama había cogido una distancia considerable que no podía enjugar en los estados que le eran más favorables.

Clinton no es muy buena en campaña. Las dos que ganó en el Estado de Nueva York fueron competiciones sencillas ante rivales de medio pelo. No soporta a los periodistas y estos le devuelven el cumplido con una agresividad excesiva. Como política, nunca ha sido alguien que despierte excesivas pasiones. No es una candidata que tenga una visión (concepto que la prensa de EEUU ha convertido en un lugar común de tanto usarlo) sobre cómo quiere que sea su país en el futuro. Todo el mundo sabe que sus relaciones con Wall Street han sido rentables en ambos sentidos. Nadie puede esperar de ella ideas reformistas sobre el poder del sector financiero de EEUU. Por otro lado, en 2008 demostró que tiene algunas opciones de ganar apoyos entre los blancos de clase trabajadora, un sector que tiende a los republicanos en algunos estados o a quedarse en casa el día de las votaciones.

Competir contra Sanders, un senador de Vermont que se declara socialista con independencia de lo que eso signifique en EEUU, le obligará a posicionarse ideológicamente y quizá orientarse a posiciones más progresistas, partiendo de la base de que en las primarias debes ilusionar al núcleo duro de tus simpatizantes para luego abrirte a otros sectores del electorado tras ganar la nominación.

Y evidentemente su gran baza es la esperanza de que los republicanos terminen eligiendo a un sociópata que provoque terror entre mujeres, latinos y miembros de otras minorías. Pero en política no es muy inteligente apostarlo todo a la estupidez de tus enemigos.

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