Ha tenido que ser un presentador de un programa satírico del Canal 10 de Israel el que explique a sus compatriotas en qué consiste el apartheid. Qué está haciendo su país a los que viven al otro lado de la llamada Línea Verde, ya inexistente, donde viven los palestinos, y por qué son responsables de esa situación.
Algunos extractos de su intervención de cinco minutos (con subtítulos en inglés).
«Desde que la derecha llegó al poder, se oyen más y más voces que nos avisan sobre el apartheid. ¿Es una broma? El apartheid está aquí desde hace muchísimo tiempo. Muchísimo («Apartheid has been here for ages. Ages»). Llevamos años cometiendo abusos contra los palestinos cada día. Les negamos sus derechos básicos. En Judea y Samaria (lo que en España llamamos Cisjordania, los territorios palestinos), les quitamos las tierras. Hace tiempo, usábamos el Fondo Nacional Judío para recaudar dinero y comprar sus tierras. ¿Ahora? Acabamos de aprobar una ley para coger sus tierras y ya está. Los soldados disparan a los que lanzan piedras porque son una amenaza, pero si en Israel alguien tira piedras ni siquiera le llevan a juicio».
«Durante años, hemos fomentado el odio», dice Assaf Harel, que sigue destacando la inmensa capacidad de los israelíes de ignorar lo que ocurre cada día a unos pocos kilómetros de sus casas. Hay todo un pueblo que es «transparente». «Como si no existiera».
Harel pasa a hablar del tema que probablemente ha originado su intervención: las ONG (cita a Breaking the Silence, B’Tselem y Yesh Din) que se dedican precisamente a recordar a los israelíes lo que sus gobiernos hacen en su nombre. ¿Qué reciben a cambio? Que les llamen extremistas o traidores, denuncia. El Gobierno y sus partidarios intentan presentarlos como el lado contrario de aquellos que han asesinado a palestinos, como Baruch Goldstein o los que mataron a la familia Dawabshe.
«Las organizaciones de derechos humanos son lo más legítimo y sano que hay hoy en la sociedad israelí», explica. «Intentan despertar a una sociedad dormida y neutralizada».
Por eso, Netanyahu y sus ministros pretenden deslegitimarlas, torpedearlas y acabar con la financiación que les llega del extranjero. Es el precio por contar la verdad de lo que ocurre en los territorios palestinos.
Harel espera que no sea necesaria otra guerra para despertar al pueblo israelí.
En realidad, no hay ningún proceso colectivo de amnesia. A lo largo de varias elecciones, los votantes han premiado a los partidos que quieren apropiarse para siempre de los territorios palestinos. Sólo cambian las políticas para consolidar ese objetivo, las prioridades, la importancia que se da a las relaciones con EEUU, la necesidad de continuar con la ficción de las negociaciones de paz o, por otro lado, de poner fin a ese escenario y pasar directamente a la anexión de lo que ellos llaman Judea y Samaria. Hay diferencias pero las fuerzas políticas que controlan los gobiernos de Netanyahu tienen claro su objetivo final.
Lo que Assaf Harel llama el apartheid, que se remonta a muchas décadas atrás, es un precio que esos partidos están dispuestos a pagar, por mucho que se escandalicen al oír esa palabra.