Las grandes tragedias nacionales hacen que la primera reacción del electorado sea con frecuencia unirse en torno al Gobierno y su máximo dirigente. Eso da lugar a un aumento de su popularidad en las encuestas que tiene el efecto del subidón causado por el consumo de ciertas drogas. Pasado ese impacto, no es extraño que se vuelva a la realidad o incluso a una versión más deprimente de la situación anterior. Para entonces, empieza a ser muy difícil revertir esa tendencia.
«No puede haber una movilización perpetua en una sociedad. Inevitablemente, se produce una fatiga y la gente empieza a hacer preguntas difíciles» a sus líderes, comentó Mark Leonard, director del ‘think tank’ Consejo Europeo de Relaciones Exteriores a The New York Times.
La crisis del coronavirus ha provocado un incremento notable y en algunos casos espectacular en el apoyo a muchos presidentes en todo el mundo. Eso es menos evidente en sociedades muy polarizadas en las que la mayor parte de la opinión pública está firmemente parapetada en una trinchera, como por ejemplo España o EEUU. Por eso, Donald Trump disfrutó de un pequeño impulso en las encuestas de finales de marzo, de sólo cinco puntos en el sondeo de Gallup. Desde entonces, ha regresado a sus números anteriores, en torno al 43%, aunque por otro lado su media de apoyo en esa encuesta es incluso más baja (el 40%).
A menos de siete meses de las elecciones presidenciales en EEUU, es evidente que la pandemia y la respuesta del Gobierno norteamericano serán un factor esencial en la campaña que enfrentará a Trump con Joe Biden. Los electorados republicanos y demócrata han reaccionado de forma diferente ante el coronavirus. Mucho más alarmados los segundos que los primeros, mientras que los republicanos dan más importancia a las consecuencias económicas, aunque las diferencias se han ido estrechando. Un 68% de los votantes republicanos apoya la idea de quedarse en casa, frente a un 95% de demócratas.
Lo más preocupante para Trump es que el aumento del desempleo causado por las medidas de confinamiento y el cierre de muchas empresas están siendo más acusados en estados que serán decisivos en la campaña. El paro registrado ya está en el 25% en Michigan, en el 18% en Pennsylvania y en el 15% en Ohio.
«El presidente tiene un gran problema», ha dicho un consultor que trabaja para los republicanos en Michigan. «Cuanto más se pueda responsabilizarle de todo esto, que él sabía que (la pandemia) iba a llegar, que reaccionó lentamente… él va a perder votos en este Estado y no le sobran aquí para poder permitírselo».
Esa radicalización de republicanos y demócratas provoca reacciones que serían insólitas en otros países occidentales. Dos grupos ultraconservadores realizaron el 15 de abril una manifestación ante el Capitolio de Michigan para protestar por la decisión de la gobernadora Gretchen Whitmer de declarar el estado de emergencia, cerrar comercios y reclamar a la gente se quede en sus casas para impedir la propagación de la enfermedad. Whitmer es una de las gobernadoras demócratas que han sido atacadas por Trump en sus ruedas de prensa hasta el punto de que dijo en público al vicepresidente Mike Pence que no telefoneara a «esa mujer de Michigan».
Trump recibió el viernes las noticias de las concentraciones en varios estados con el mensaje en mayúsculas: «¡LIBERAD MICHIGAN!» (también en el caso de Minnesota y Virginia). El sábado se repitieron las manifestaciones en otros estados.
Los republicanos tienen experiencia en utilizar en su favor una emergencia sanitaria en una campaña con una diferencia importante: en la ocasión anterior estaban en la oposición. La crisis originada por el brote de ébola en 2014 no tiene comparación con la causada por el coronavirus, pero la cobertura mediática que recibió fue inmensa en EEUU y Europa y abrió vías para su rentabilización política.
Un estudio reciente ha medido el impacto que tuvo esa crisis en las elecciones legislativas de 2014, celebradas en la mitad del segundo mandato de Barack Obama. Los republicanos consiguieron la victoria ampliando su mayoría en la Cámara de Representantes y recuperándola en el Senado. Los republicanos explotaron el miedo que causó el ébola, a pesar de que sólo hubo cuatro casos en Estados Unidos, siendo el primero el de un hombre que viajó desde Liberia.
Los autores de ‘The virus of fear: The political impact of ebola in the U.S.’ –Filipe Campante, Emilio Depetris-Chauvin y Rubén Durante– llegan a la conclusión de que el temor a la enfermedad redujo el porcentaje de voto a candidatos demócratas y también el nivel de participación. Los republicanos mencionaron el ébola en su propaganda electoral, incluidos anuncios televisivos, «relacionándolo con la inmigración y el terrorismo». En especial, lo hicieron aquellos candidatos que participaban en contiendas muy competidas, es decir, aquellos que más necesitaban una ayuda extra para vencer.
El factor temporal fue esencial. La crisis se produjo en septiembre y octubre, muy poco tiempo antes de los comicios en noviembre. En su estimación, los expertos calculan que los demócratas perdieron cuatro puntos en algunos distritos en las elecciones a la Cámara Baja y tres en las del Senado y elecciones a gobernador. También se redujo la participación en 1,4 puntos. Las elecciones al Congreso que no coinciden con las presidenciales suelen tener una alta abstención. En las de 2014, la participación fue del 36,7%, la más baja desde 1942. El descenso influido por el ébola supone una tercera parte de la caída que se produjo en comparación con las elecciones de 2010.
El impacto no hubiera sido tanto sin la cobertura masiva que recibió la crisis en los medios de comunicación. Por primera vez, existía la posibilidad, no muy alta, de que el ébola se extendiera en EEUU y Europa, y además la epidemia en África había ocasionado un alto número de víctimas y había afectado a varios países. El CDC norteamericano estimó que en el peor de los casos la enfermedad podía infectar en África a 1,4 millones de personas en cuatro meses. El estudio detalla que en cinco semanas las cinco grandes cadenas de televisión de EEUU realizaron 3.000 informaciones en las que se mencionaba el ébola.
Los republicanos presionaron a Obama para que prohibiera los vuelos a EEUU desde África Occidental, una medida a la que el Gobierno se resistía, porque los responsables sanitarios no la consideraban efectiva. Eso permitió a los conservadores acusar a la Administración de pasividad y lentitud. Hubo sólo cuatro casos de personas contagiadas y una muerte, la del hombre que había viajado desde Liberia.
«El ébola se ha hecho viral en la campaña de 2014», escribió Howard Kurtz en la web de Fox News a finales de octubre. «Es difícil imaginar un asunto más impactante para un partido (el republicano) que ha intentado presentar a la Administración como superada por las crisis. Y ha puesto claramente a los demócratas a la defensiva». Candidatos demócratas que se habían opuesto a la prohibición de vuelos acabaron cambiando de posición. Los republicanos habían encontrado la palanca perfecta para movilizar a sus partidarios y desmoralizar a los votantes demócratas.
El estudio afirma que en las zonas que mostraban una mayor preocupación por el ébola los demócratas obtuvieron peores resultados. Es muy probable que eso ocurriera en distritos en los que antes el partido de Obama había sacado peores resultados. Aun así, demuestra que la propaganda republicana fue efectiva en su electorado potencial. Les dio una razón más para acudir a las urnas.
En los condados que recibieron al menos un envío de propaganda que mencionaba el ébola, los demócratas tuvieron de media 4,4 puntos menos que en aquellos donde no se repartieron. Los mensajes contra la inmigración y las amenazas del exterior que se emplearon en 2014 fueron intensificados dos años después y fueron decisivos en la victoria de Trump.
Esa estrategia no es infalible, como quedó demostrado en las elecciones legislativas de 2018. Trump centró la campaña en la caravana de migrantes centroamericanos que pretendía llegar a EEUU atravesando México. «Van a ser las elecciones de la caravana», dijo en un mitin. Lo hizo con su habitual mezcla de amenazas, falsedades y teorías de la conspiración. Le ayudó una cobertura masiva de la noticia en los medios de comunicación. A pesar de todo eso, los republicanos perdieron las elecciones.
Ahora los republicanos tienen claro que la única manera de liberar a Trump de cualquier responsabilidad consiste en culpar a China. Su problema es que el presidente alterna las críticas a Pekín con los elogios a Xi Jinping, lo que puede confundir a su electorado. Lo que es indudable es que la campaña estará centrada en las amenazas que vienen del exterior y ese es un campo en el que Trump siempre se ha mostrado muy cómodo.