Gary Younge, periodista de The Guardian, da una breve clase sobre cómo se entrevista a un dirigente de un grupo neonazi, el muy conocido en EEUU Richard Spencer. Junto a otros grupos ultraderechistas, neonazis o «nacionalistas blancos» (cada uno puede elegir la etiqueta que mejor le parezca, pero lo cierto es que todos son racistas), el de Spencer fue uno de los que se sintieron identificados y fortalecidos por la campaña de Donald Trump, y aún más por su victoria. Fue entonces cuando se acuñó el término «alt-right», un eufemismo que bien podría sustituirse por neonazis que visten traje y llevan el pelo corto, pero no necesariamente la cabeza rapada.
El encuentro se produjo en julio y forma parte de un reportaje que se emite esta semana en Channel 4.
Si la entrevista no parece exactamente una entrevista de pregunta y respuesta es porque Younge no pretendía que fuera así y porque Spencer se dedicó a provocarle con algunas de sus ideas habituales, como la de que los africanos que fueron secuestrados en sus países y trasladados encadenados en la bodega de barcos para convertirse en mano de obra esclava salieron beneficiados por el cambio de aires.
On a personal journey across white America, writer Gary Younge came face to face with alt-right leader Richard Spencer @Channel4 Thurs 10pm pic.twitter.com/25f0gHWmjO
— Channel 4 News (@Channel4News) 7 de noviembre de 2017
En un artículo, Younge explica por qué decidió a hacer la entrevista. «Dar publicidad» a un racista (de alguna manera todas las entrevistas permiten eso) no es una decisión fácil, pero es mucho más peligroso en estos momentos ignorar la influencia creciente de sus ideas en EEUU.
Como se ve en el vídeo, Younge corta la conversación y pone fin al encuentro. Le dice que «no sabe de lo que habla». Lo considera una ignorante, no alguien que pueda ofrecer un análisis coherente sobre la situación social y política de lo que se suele llamar «la América blanca».
A la vieja y un tanto gastada pregunta de ‘¿entrevistarías a Adolf Hitler?’ (o a Osama bin Laden o cualquier personaje público de ideas abominables), la respuesta periodística debería ser: desde luego, pero no con la intención de limitarse a recoger sus respuestas, sino de contrastarlas con los hechos, la realidad, en suma, y dejar claro que ese mensaje (racista) no es más que una forma de negar los derechos de todos los demás seres humanos para someterlos a su voluntad. Eso sí es periodismo.