Un tribunal egipcio ha impuesto una durísima condena a los tres periodistas de Al Jazeera que fueron juzgados por colaboración con el terrorismo y poner en peligro la seguridad nacional. Peter Greste, australiano, y Mohamed Fahmy, canadiense de origen egipcio, han sido condenados a siete años de prisión. Baher Mohamed, egipcio, ha recibido una pena aún más dura: diez años. ¿El motivo? Según abogados locales citados por la prensa egipcia, por posesión de una bala.
El veredicto incluye a otros periodistas. Los británicos Sue Turton y Dominic Kane y la holandesa Rena Netjes han sido condenados en ausencia a diez años.
La sentencia ha sido recibida con incredulidad por los observadores internacionales que han asistido al juicio, incluidos los representantes de las embajadas. «A partir de las pruebas que hemos visto (en el juicio), no entendemos este veredicto», ha dicho el embajador australiano en El Cairo, Larry King. El Foreign Office británico ha convocado al embajador egipcio en Londres.
Algunas de las pruebas presentadas por el fiscal eran totalmente absurdas por su origen y autoría. El tribunal aceptó como prueba vídeos de otras cadenas de televisión, como Sky News Arabia, o un reportaje para BBC sobre Somalia hecho por Greste en 2011.
El régimen no necesitaba buscar pruebas para condenar a los periodistas cuando los tribunales estaban compitiendo entre ellos para ver quién imponía la sentencia más dura contra los enemigos del sistema, supuestos o reales. Centenares de seguidores de los Hermanos Musulmanes, incluido su líder, han sido condenados a muerte.
Inmediatamente después del golpe, quedó claro que las nuevas autoridades militares consideraban una amenaza a Al Jazeera. La cadena había apoyado al Gobierno islamista de Morsi y se había ganado el rechazo de la oposición. A diferencia de años atrás, su cobertura informativa estaba condicionada por los intereses del Gobierno de Qatar.
La victoria del golpe militar cambió la situación. Al Jazeera ya no se arriesgaba sólo al descenso de su audiencia en Egipto. La histeria nacionalista promovida por medios oficiales convirtió a los periodistas extranjeros en enemigos que estaban promoviendo la sedición.
«La única razón por la que estos tres hombres están en prisión es porque a las autoridades egipcias no les gusta lo que dicen. Son presos de conciencia y deben ser puestos en libertad de forma inmediata y sin condiciones. En el Egipto de hoy cualquier que se atreve a desafiar el relato oficial del Estado se convierte en un objetivo legítimo», ha dicho Amnistía Internacional en un comunicado que define todo el proceso como «un auténtico fraude».
El secretario de Estado norteamericano estuvo este fin de semana en El Cairo para confirmar el apoyo de Washington al régimen egipcio. John Kerry anunció que los diez helicópteros Apache pendientes de entrega llegarán «muy pronto» a Egipto. El enfriamiento de las relaciones que se produjo justo después del golpe (en parte por los intereses propagandísticos de los militares) ya es historia.
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— Amnesty NL (@amnestynl) junio 23, 2014