Con un resultado que aún no está definido por el escrutinio en la mañana del miércoles, la tentación es muy fuerte para señalar a Donald Trump como el gran perdedor de las elecciones legislativas de mitad de mandato en EEUU. Los demócratas aún tienen opciones de mantener el control del Senado, aunque sea con un empate a 50 escaños. Los republicanos llevan camino de conseguir la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes, pero sin la victoria rotunda que esperaban. La ‘ola roja’ (por el color oficial de los republicanos) no se ha producido.
Algunos de los candidatos republicanos más trumpistas (por extremistas o simplemente estrafalarios) han sido derrotados en estados que serán muy relevantes en las elecciones presidenciales de 2024. Eran candidatos que obtuvieron el impulso necesario para conseguir la candidatura republicana gracias a Trump.
Para el expresidente, es aun más dañino para su reputación la clara victoria del gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, que ha sido reelegido con cerca de veinte puntos de diferencia. Fue elegido por primera vez en 2018 con una diferencia muy escasa. Ahora ha multiplicado los votos gracias al apoyo de condados que suelen votar demócrata, en especial el de Miami Dade, donde viven 2,7 millones de personas, la mayoría latinos (un 68,%).
Su triunfo prácticamente garantiza que DeSantis, de 44 años, se presentará a las primarias republicanas para la presidencia y por tanto se enfrentará a Trump. Se espera que el expresidente anuncie su candidatura a mediados de este mes.
La web de Fox News destacó el miércoles las opiniones de varios analistas que coinciden en señalar a Trump como el perdedor de la noche electoral.
«El único al que (Trump) atacó antes de las elecciones fue DeSantis, el ganador claro, mientras todos sus favoritos están ahora mojando la cama», dijo un partidario de los republicanos en una opinión recogida en foros conservadores por este periodista. Trump lo hizo con una de sus armas favoritas, inventarse un apodo despectivo sobre el gobernador al que ya ve como su único rival serio para hacerse con la nominación republicana. Ron DeSanctimonious, le llamó.
DeSantis recaudó 200 millones en su campaña de reelección, una cantidad absurdamente alta para una disputa que tenía ganada. En realidad, estaba buscando dinero para el futuro. Se calcula que ha conservado 90 millones que le serán muy útiles en las primarias. Aquellos que le aportaron fondos también estarán pensando en las primarias presidenciales.
Otras derrotas de Trump resultan evidentes. Desde las elecciones que perdió en 2020, no ha perdido ninguna oportunidad de criticar al gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp, al que acusó de no haberle apoyado en sus denuncias falsas de un fraude electoral. Los votantes republicanos de ese Estado no le han hecho mucho caso y han reelegido a Kemp con el 53% de los votos.
En Pennsylvania, Mehmet Oz era la alternativa republicana más parecida a Trump por su pasado televisivo. Este cirujano se hizo famoso en el programa de Oprah Winfrey hasta que tuvo su propio programa que estuvo una década en antena, un espacio lleno de polémicas por sus recomendaciones de terapias y tratamientos no muy viables que en algunos casos rozaban el engaño.
Oz ha sido finalmente derrotado por el demócrata John Fetterman, un político singular que hizo la mayor parte de su campaña vestido con una sudadera con capucha y un mensaje muy enfocado en la defensa de la clase trabajadora y de los sindicatos. Y además con la dificultad de superar las secuelas de un infarto cerebral que sufrió en mayo.
En Arizona, una trumpista radical, la experiodista Kari Lake, va por detrás del escrutinio, cuyo último dato conocido sólo ha llegado al 62%. La republicana se encuentra a 30.000 votos de distancia de su rival demócrata en la elección de gobernador. El mismo día de las elecciones, Lake amenazó a sus antiguos compañeros de profesión al decir que iba a ser «su peor pesadilla» para ellos si era elegida.
También en Arizona en la carrera al Senado otro trumpista está viendo que se le escapa la victoria. Al 66% de votos escrutado, Blake Masters está seis puntos por detrás del senador demócrata Mark Kelly. Masters es un ultraderechista que apoya la teoría racista del Gran Reemplazo.
Estos resultados no deben hacer pensar que Trump ha perdido por completo el control del Partido Republicano. Si utilizamos como referencia la denuncia del supuesto fraude electoral que privó de la victoria a Trump en 2020, cerca de doscientos candidatos republicanos que comparten esa idea han sido elegidos, según un cálculo del NYT que se refiere a las elecciones a las dos cámaras y a los puestos de gobernador, secretario de Estado y fiscal general (de cada Estado). Estos dos últimos puestos son esenciales por sus responsabilidades en la organización de las elecciones y en la capacidad de plantear acciones judiciales para impedir la publicación de los resultados de las urnas.
Las elecciones de mitad de mandato suelen ser muy negativas para el partido que tiene la Casa Blanca. Estos comicios incluían en teoría la posibilidad de un castigo aun mayor para los demócratas por la baja popularidad de Joe Biden, en torno al 42%, y al malestar económico causado por la alta inflación.
Los demócratas parecen haber esquivado las peores previsiones, pero es muy pronto para que canten victoria. Los republicanos todavía podrían hacerse con el control del Senado, aunque fuera por un solo escaño. Es muy posible que las elecciones al Senado deban repetirse en diciembre en Georgia si ningún candidato supera el 50%. Incluso los problemas de Trump en las futuras primarias pueden volverse en contra del partido de Biden. Podrían llegar a la conclusión de que Ron DeSantis será un adversario en las presidenciales muchísimo más peligroso que el segundo advenimiento de Donald Trump.