Gran espectáculo televisado desde el Despacho Oval de la Casa Blanca. A un lado del ring, el presidente de EEUU, Donald Trump, y su vicepresidente, Mike Pence. Al otro, Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara de los Representantes, y Chuck Schumer, con el mismo puesto en el Senado.
Schumer dice que no se debería cerrar la Administración Federal por una disputa presupuestaria entre ambos partidos por el deseo de Trump de destinar miles de millones a la construcción de un muro fronterizo con México. Ahí es donde salta Trump.
«Estoy orgulloso de cerrar el Gobierno a causa de la seguridad fronteriza, Chuck, porque la gente de este país no quiere a criminales y a gente que tiene muchos problemas y por las drogas que inundan nuestro país. Así que yo me ocuparé de ello. Yo seré el que cierre (el Gobierno) y no te culparé por ello».
Good Lord, Chuck baits Trump into «proud to shut the government down» quotes, also Trump changes face Pantone from Grifty Orange to Boily Red on live video. pic.twitter.com/wk0RgbbuP8
— Josh Marshall (@joshtpm) December 11, 2018
Tiene todo el aspecto de que Trump se pica como si estuvieran hablando en un bar, y no ante un numeroso grupo de cámaras de televisión. Han discutido sobre quién fue el responsable del anterior cierre del Gobierno hasta que Trump salta con un «You wanna know something?» y suelta las frases destacadas.
Mientras tanto, Pence mira de frente sin decir nada, se mira las manos, y parece alguien que desearía estar en cualquier otro sitio menos ese. Pelosi comenta que quizá no deberían estar hablando de este tema en ese preciso instante. En la refriega, Trump afirma que el muro ya se está construyendo, lo que no es cierto.
Ls demócratas tenían previsto ofrecer 1.300 millones en esta reunión para seguridad fronteriza en la negociación presupuestaria, pero Trump exige 5.000 millones. La fecha límite para llegar a un acuerdo es el 21 de diciembre.
lol pic.twitter.com/qc0xiEwNWt
— Josh Marshall (@joshtpm) December 11, 2018
Hay que insistir en el detalle de que esta conversación se produce en los escasos minutos en que las cámaras pueden acceder al Despacho Oval antes de la reunión. No hay reporteros para hacer preguntas, sino sólo reporteros gráficos, en este caso con micros en pértigas que permiten captar bien el sonido. Lo propio es tener un poco de charla intrascendente y dejar la discusión seria para cuando se vayan las cámaras.
En el ambiente poco profesional de la Casa Blanca, donde el presidente hace lo que le da la gana, nadie está ahí para advertir a Trump de que no debería entrar en la pelea. El presidente es el más poderoso de los tres políticos. No resulta conveniente que se vea a sus principales adversarios políticos respondiéndole a la cara en su casa (blanca).
En la sala está presente el jefe de gabinete, John Kelly, que es probable que pase un poco de todo, porque ya sabe que lo van a relevar cuando encuentren a alguien dispuesto a asumir el puesto (lo que no está siendo fácil). Estas imágenes no son precisamente un incentivo para aquellos con el valor suficiente para aceptar el reto.
Trump, autor del libro ‘The Art of the Deal’, siempre presume de ser un negociador excelso capaz de conseguir el mejor trato, pero estas imágenes demuestran que es un patán irascible que termina por asumir toda la responsabilidad por un posible bloqueo político que dejará sin salario por un tiempo desconocido a centenares de miles de funcionarios. Su base de votantes más radical estará encantada con su intransigencia en el tema de la inmigración. Otros muchos votantes se preguntarán una vez más en manos de quién están.