Las imágenes de esta tarde han presentado muy pronto el peor de los escenarios posibles para Egipto. Los manifestantes de los Hermanos Musulmanes se presentan en el lugar en el que creen que está detenido el expresidente Morsi. Policías militares abren fuego a muy escasa distancia de la multitud y matan a tres personas.
¿Hay alguna consecuencia positiva que sacar del primer incidente sangriento? Sí, los manifestantes no se han ido y han improvisado un mitin. Las tropas no han continuado hasta el final la represión, y se ha impuesto una extraña coexistencia durante un tiempo, casi insólita, en el mismo lugar en el que se había derramado sangre unos minutos antes.
No es sólo que podía haber sido peor. Lo que ocurre es que las dos principales fuerzas del país, el Ejército y los Hermanos Musulmanes, saben que un enfrentamiento violento puede no ser la mejor solución para ninguno de los dos. El líder de los islamistas, Mohamed Badie, ha aparecido para hablar a los miles de partidarios que se están manifestando hoy en El Cairo. O bien no fue detenido ayer, como informaron medios egipcios y occidentales citando fuentes militares, o lo fue pero sólo para llevarlo a El Cairo para que se reuniera con la cúpula militar y luego fue puesto en libertad.
Del lenguaje de Badie no se puede deducir que un pacto de no agresión sea inminente o incluso posible. Pero esa opción sigue estando ahí. Los Hermanos nunca montarán un asalto violento al poder porque saben que perderán y porque además no está desde hace décadas en su mentalidad. Sin embargo, hay sectores radicales dentro del movimiento que podrían coger las armas en la zona sur del país. El Ejército puede imponer una dictadura militar o camuflada, pero es posible que eso no convenga a sus intereses.
El margen para la negociación existe si el Ejército no intenta inventar cargos contra Morsi o resucitar viejas acusaciones anteriores a la caída del régimen de Mubarak. Obviamente, cualquier acuerdo pasa por permitir la participación de los islamistas en las próximas elecciones y por convencer a estos de que su campaña no puede estar basada en ajustar cuentas con los sectores políticos y sociales que han apoyado el golpe.
El factor imprevisible son los posibles enfrentamientos en la calle, esta misma noche, entre partidarios de los Hermanos y sus rivales. Mucha gente en ambos lados va a pedir venganza y nadie sabe hasta dónde pueden llegar. Armas no les van a faltar.
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Evidentemente que a los HM les han hecho un regalo de cojones. Van a estar restregándoselo por la cara a todo el mundo décadas venideras. Con razón, además.
Si es muy probable que su pésima gestión de la política del día a día (la comida en el plato) les pudiera haber pasado factura, ahora tienen excusas de sobra: no nos dejaron hacer nada y encima nos echan. Servida en bandeja, además.
Todo lo cual redundará, si la cosa no se jode, en una participación con más o menos cabreo donde volverán a arrasar en las urnas, con la agravante de que lo que pierdan ellos lo van a ganar los salafistas, que son su congelador electoral natural. Además es de cajón, si unos ponen encima de la mesa «sus» argumentos, la otra parte debe poner los suyos, que son esos y no otros.
Volveremos al punto de partida con la agravante de que todo el aire estará más envenenado, y con la clara evidencia de que a cada vuelta de tuerca de unos, corresponderá (esta vez sí, imposible de evitar por la lógica de los acontecimientos que las lumbreras iluminadas han desatado) la vuelta de tuerca de los otros, y todas las salidas a este callejón son indeseables.
Bueno, ya están igualados con Occidente. En una situación sin salida, sin soluciones presentes, y con unas dirigencias que no valen ni para tomar por culo (con perdón).
Por supuesto, Morsi es un héroe y lo será por mucho tiempo. Ni falta hace que vuelva a ser presidente, tienen banquillo de sobra, y él va a ser más útil como apuntador.
Desde luego, cualquiera que tenga dos dedos de frente debe huir de Occidente y sus asesorías como si le fuese (que me temo que le va a ir) la vida en ello. Nunca dieron una en el puto clavo, pero cuando el deporte de lanzar piedras contra el propio tejado comienza a echar mano de menhires, es conveniente buscar nuevos horizontes. Lejanos.
La caída de los movimientos socialistas y comunistas, en sus valores y su conversión en sistemas de poder en los países seudosocialistas (bloque soviético, China, etc), hizo que en determinadas zonas del tercer mundo, el espacio de la reivindicación fuera apropiado por grupos de poder con buenas palabras pero oscuros intereses: el poder. Los grupos islámicos crecieron en el norte de África y en otros países árabes a fuerza de criticar las desigualdades sociales promovidas por Occidente (USA y Europa) y ofreciendo al tiempo servicios sociales que en esos países el Estado no daba: comedores sociales, hospitales, etc. Con esto fueron formando grupos que crecieron y a los que dieron una estrategia parecida al principio del Islam, la guerra santa, pero con elementos nuevos: los suicidas. Todo para crear poderosos grupos de poder. Conseguido totalmente en Irán y en diversos niveles en todos los países con religión musulmana. Dinero y poder, lo que siempre motivó a los que formaron grandes grupos de poder económico y político. Desde la antigüedad, pasando por las iglesias cristianas y hasta hoy.
Los hermanos musulmanes son un poderoso y retrógrado grupo de poder. Que una sociedad no consiga establecer formas adecuadas de convivencia, en las que la justicia sea la base de todo, la expone a la llegada de un Adolfo Hitler, un Berlusconi, o formas de populismo de derechas, tan democráticos como letales para los intereses de las clases populares.
El fascismo siempre sirvió al capitalismo. Hoy, en esta terrible crisis creada por el capitalismo, las nuevas formas de fascismo sirven a los intereses de las oligarquías económicas para crear confusión y enfrentamientos entre los de abajo.
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