En Fortune hacen un breve repaso a las empresas norteamericanas del sector de la defensa que más se van a beneficiar de la guerra contra ISIS. Se refieren a las necesidades inmediatas de la Fuerza Aérea en forma de aviones, drones y la munición correspondiente. A ello habría que sumar las ventas a países de la región, clientes habituales de esas compañías.
La campaña aérea contra los yihadistas está costando al Pentágono no menos de 7,5 millones de dólares diarios. Dado que los mandos militares han dicho que las operaciones durarán probablemente años, podemos suponer que la factura continuará aumentando a un ritmo superior. Una vez que se abre el grifo de los fondos públicos, es muy difícil pararlo. El relato de las amenazas ya está hecho. Sólo queda rellenar la cartera de pedidos.
Lo mejor del artículo es la frase final de un tal Ronald Epstein, analista del Bank of America. Te lo imaginas sonriente y haciendo números: «Veamos cómo está el mundo ahora. Tienes a los europeos preocupados por lo que los rusos están haciendo en su patio trasero. Nosotros estamos muy ocupados ahora en Irak. Tienes a los israelíes muy ocupados en su zona. Y luego tienes a los chinos y japoneses en el Mar del Sur de China. Como inversor, con todos estos conflictos regionales en el mundo, eso no puede ser malo».
Si los fabricantes de armamento estaban preocupados por el fin de las operaciones militares a gran escala en Irak y Afganistán, no se puede negar que la aparición del ISIS les ha supuesto una fantástica noticia, una de esas que aseguran la cuenta de resultados durante toda una década. En el negocio de las armas, el concepto de recesión es casi desconocido.