El número diario de nuevos casos de cólera en Yemen ha ascendido a 7.000, según Robert Mardini, director del Comité Internacional de Cruz Roja para la región. 1.784 es la última cifra de muertos facilitada por la OMS. El número de enfermos: 338.969 en un país de 26 millones de habitantes.
La epidemia está fuera de control. La debilitada infraestructura sanitaria de un país en guerra, bombardeado desde hace tres años por Arabia Saudí y los Emiratos en su ofensiva contra las milicias huzíes, no puede hacer frente a la extensión de la enfermedad. El suministro de agua en amplias zonas del país está comprometido, pero la gente no puede dejar de beberla porque no tiene otra alternativa. Si enferman, no reciben el tratamiento necesario. «No hay salarios ni servicios» (en clínicas y hospitales, dice una persona citada por MSF. «Ni siquiera funcionan los hospitales públicos. No hay medicinas. Si tienes dinero, recibes tratamiento. Si no, mueres».
World watches as Yemen descends into total collapse pic.twitter.com/LjImcN05Nh
— Middle East Eye (@MiddleEastEye) 17 de julio de 2017
La ONU tenía preparadas un millón de dosis de vacunas para su envío a Yemen. 500.000 habían llegado ya a Yibuti, pero su distribución en un país en guerra sin un Gobierno que pudiera hacerse responsable de su reparto y administración ha impedido que se muevan de allí. Al final, se ha decidido suspenderlo.
«La situación está evolucionando tan rápidamente que las vacunas no son una prioridad en estos momentos», dice un portavoz de OMS. Quiere decir que la situación es tan grave que es ya demasiado tarde para centrar los esfuerzos en la prevención. «Los profesionales han decidido que los riesgos y problemas potenciales superan los beneficios de administrar la vacuna. Dado el número limitado de vacunas, administrarlas en unas zonas y en otras no (se ha extendido al 91% de las provincias yemeníes) crearía conflictos sobre quién las recibe y quién no».
La única solución debería consistir en una intervención masiva sobre el terreno que es imposible a causa de la guerra. Es la guerra la que está matando a Yemen, esta vez no sólo con las bombas, sino también con el cólera, y nadie sabe cuándo terminará. Los intentos de llegar a un acuerdo político han fracasado.
El veredicto de Stephen O’Brien, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU no puede ser más claro: «Este escándalo del cólera es totalmente responsabilidad de las facciones enfrentadas y de aquellos que les apoyan fuera de Yemen, que están dirigiendo, alimentando y perpetuando el miedo y los combates».