No necesitábamos muchas razones más para explicarnos el desastre que ha supuesto el Ejército iraquí en la ofensiva de ISIS desde comienzos de año. Tampoco es imprescindible a estas alturas que alguien nos recuerde que la reconstrucción de las fuerzas de seguridad y militares iraquíes durante la ocupación norteamericana fue un fiasco de dimensiones colosales (si por colosal entendemos gastarse 20.000 millones de dólares para montar un Ejército que sale corriendo en Mosul ante la llegada de un millar de insurgentes).
No es necesario, pero el primer ministro iraquí ha tenido el detalle de transparencia de poner cifras concretas al fracaso. Haider al-Abadi ha informado que hasta hace poco tiempo ha estado pagando los salarios de 50.000 soldados que no existen (cifra equivalente a cuatro divisiones). Abadi informó el domingo al Parlamento que se ha descubierto ese número de nombres falsos en el registro del personal militar. Con un sueldo medio de 600 dólares al mes (un bocado muy apetitoso en la economía actual de Irak), eso supondría un desembolso inútil de 30 millones mensuales.
Generales y oficiales se embolsan los sueldos de los soldados que no existen. Nunca ha sido un gran secreto –también se sabe que ocurre algo parecido en el Ejército afgano–, pero se desconocía el volumen del fraude.
Pero lo peor no es que la fortaleza de ese Ejército en cuestión de números sea una ficción. Los mandos militares que cometen este fraude no son el tipo de gente que vaya a dirigir a sus hombres hasta el final en caso de combate. Los soldados a sus órdenes no arriesgarán sus vidas en una organización corrompida de raíz.
Es cierto que el primer ministro ha lanzado una amplia purga de la cúpula militar nombrada por Maliki, además del cese de no menos de 300 oficiales que pagaron con el puesto los éxitos de ISIS. Es mucho más complicado pensar que puede llevar a cabo en unos meses el trabajo que el anterior Gobierno iraquí no fue capaz de hacer a lo largo de años. A pesar de los bombardeos norteamericanos, ISIS tiene mucho tiempo para consolidar su dominio de las zonas que ocupa y prepararse para la defensa.
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La ONU ha facilitado las cifras de muertos por la violencia de Irak en noviembre, sin contar la provincia de Anbar, controlada en su parte por ISIS. Son 1.232 muertos (lo que incluye a 875 civiles, 61 policías y el resto, militares).