«Aquí no hay ganadores», ha dicho Obama. Después de pasar varias semanas practicando el gesto duro (no voy a negociar/no voy a aceptar ningún chantaje), el jueves tocaba la actitud benevolente. No quiere aparentar que aprovechará su victoria en esta crisis del ‘shutdown’ para aplastar a la tropa republicana.
Da igual. Lo único que conseguirá es enfurecer aún más a sus rivales. Los Tea Party han perdido una batalla (lo saben, por eso están acusando a los medios de comunicación de ser los responsables), pero no la guerra. Como en la «guerra contra las drogas», la suya es una contienda bélica sin fin. Cualquier amago de autocrítica o reflexión sobre los errores cometidos será tachada de complicidad con el enemigo.
Los congresistas republicanos menos propensos a la yihad contra el Estado tienen cosas más importantes que Obama de las que preocuparse. Deben pensar en las primarias de cara a las elecciones legislativas de 2014 cuando saldrán candidatos del Tea Party dispuestos a eliminarlos. Muy pocos de esos congresistas podrán decir que son completamente invulnerables.
Es muy posible que la marca Tea Party haya quedado muy dañada en EEUU, como dice Roger Senserrich. También es cierto que el balance general de la crisis arroja una derrota casi general de los republicanos, y que eso debería tener consecuencias. Ezra Klein apunta un detalle menos conocido en España. La tormenta hizo que no se prestara tanta atención en su estreno al funcionamiento de la página web HealthCare.gov, una herramienta muy importante en la reforma sanitaria. Se podría decir que ha estado a la altura de la web de Renfe (no tanto, eso es imposible).
En definitiva, los republicanos podrían llegar a la conclusión de que ellos son los peores enemigos de sí mismos.
No apuesten por ello. Creo que Felix Salmon acierta cuando plantea que nadie entre los conservadores pensará que han errado. No van a cambiar de rumbo y bien podría ocurrir que en unos meses estuviéramos en las mismas. Los del Tea Party son como zombis. No están aquí para complacer a los medios de comunicación, Wall Street o las empresas. No necesitan moderar sus peticiones para que un acuerdo entre ambos partidos sea factible. Están obsesionados por alcanzar un objetivo: poner fin a la deriva «socialista» en la que creen que está inmerso su país. No se pacta con los responsables de ese escenario de terror.
«La clave es que el ejército zombi, AKA el Tea Party, es un movimiento, no una persona, y es un movimiento con una agresiva tendencia antilógica. No se negocia con un zombi ni se te puede ocurrir algún silogismo astuto con el que convencer a un grupo de nihilistas revolucionarios que es una mala idea meterse en una pelea si te han dejado claro que la vas a perder».
Como el Apocalipsis no se ha producido y la Bolsa no se ha precipitado en el vacío, nadie ha resultado herido (excepto los funcionarios que han estado sin salario estos 16 días o la gente que no recibió los subsidios sociales, dos colectivos que no gozan del cariño de los Tea Party) y los republicanos más radicales pueden presumir de que no era para tanto. Era mucho más importante defender sus principios hasta el final y, como un ejército zombi, continuar avanzando hacia adelante con la mirada fija puesta en el horizonte.
Si les destrozan una pierna, siguen hacia delante. Si les vuelan la mandíbula, siguen hacia adelante. Si les arrancan un brazo, siguen hacia adelante.
Es realmente difícil matar a un zombi, y es lo mismo que ocurre con el Tea Party.
Tampoco es que el «Tea Party», sea un monstruo homogéneo. Mucho más, después de esta movida, que la usarán para comerse entre ellos.
Así, hasta dentro de seis meses.
En diciembre la secuela de la secuela de la secuela.
Es facilísimo matar a un zombi. No empecemos con tonterías.
Aquí todo funciona con dinero, se engrasa con dinero, y necesita dinero, dinero y dinero (las tres necesidades básicas para todo, según Napoleón) para seguir adelante. Además, como son como son, salen muy caros. *Muy* caros. Los tiempos en que estos subnormales salían baratos hace años que han pasado a la historia. Como el NSDAP, ahora empiezan a crear problemas suyos propios, y a necesitar más y más dinero.
¿Y de dónde sale ese dinero? Pues tienen sus fuentes de financiación a piñón fijo, pero como este vez han tocado demasiado los huevos, y la gente con negocios de verdad está empezando a ver que esta tropa es más un estorbo que otra cosa, yo sí creo que desde luego, tal y como lo tienen montado, han llegado a vía términi. Cosa que Obama además sabía perfectamente por eso les ha dado generosa cuerda para que se ahorquen a gusto.
Cosa que se verá a no mucho tardar.
Lo bueno es que cada día se mueren más zombies de estos por muerte natural y son reemplazados por hijos de inmigrantes hispanos y asíaticos con derecho a voto, y a los que cuesta más trabajo excluir de las listas electorales que a la población afroamericana. Pero batalla queda todavía una jartá.
Al final, el mayor enemigo de los republicanos va a ser Roberts, por permitir que los Koch y similares financien al Tea Party contra viento y marea en contra de los patrones habituales del partido republicano.
Tienen, efectivamente, la sesera de un zombi:
http://www.theatlanticcities.com/politics/2013/10/what-senate-deal-reveals-about-economic-divides-us-politics/7268/
¿Es desinformación o simple locura la paradoja de millones de individuos capaces de promover y apoyar elección tras elección políticas antisociales promovidas por los talibanes del Tea Party que van no sólo en contra de sus propios intereses como individuos sino incluso en contra de su propia supervivencia y la de sus hijos? http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/12/la-paradoja-neoliberal-estadounidense.html
Pingback: Próxima parada: la guerra civil de los republicanos | GUERRA ETERNA