La Unión Europea ha tenido siempre una fantástica capacidad para vivir a espaldas de la realidad casi desde su fundación. Cuando franceses y alemanes aún se miraban con recelo, sus respectivos gobiernos montaron la base de lo que luego sería la Comunidad Económica Europea.
Cuando el continente aún no sabía cómo habría que digerir el fin de la URSS y de su constelación de aliados, los líderes apostaron por una unión monetaria que no incluía algunos requisitos fundamentales fiscales y financieros. Cuando la crisis golpeó a Europa y se imponía una respuesta pública que impulsara la demanda, los gobiernos del norte de la UE impusieron el inicio de la era de la austeridad.
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