La crisis del coronavirus ha provocado un hundimiento económico sin precedentes, pero también ha resaltado la desigualdad existente en nuestras sociedades y la necesidad de respuestas inéditas. Es el mensaje de un editorial del Financial Times que, a diferencia de otros medios de comunicación liberales o conservadores, apuesta por soluciones ideológicas muy alejadas de su ideario. En otras palabras, el FT cree que ha llegado el momento de «reformas radicales» o de ideas que hasta ahora el periódico había rechazado por «excéntricas»:
«Las reformas radicales –revirtiendo la dirección política que ha prevalecido en las últimas cuatro décadas– deberán estar sobre la mesa. Los gobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía. Deben ver los servicios públicos como inversiones, no como cargas, y buscar fórmulas para que los mercados laborales sean menos inseguros. La redistribución será debatida otra vez; los privilegios de las personas mayores y de los más ricos serán cuestionados. Políticas consideradas excéntricas hasta ahora, como la renta básica y los impuestos a las rentas más altas, tendrán que formar parte de las propuestas».
En Reino Unido, al igual que en España, se suceden los mensajes de las autoridades con el argumento de que todos estamos unidos en esta lucha, que el coronavirus no conoce fronteras o diferencias ideológicas o de clase. No es cierto, y eso es algo que también reconoce el editorial al decir que «no estamos juntos en esto». El coste económico está siendo más duro en aquellos sectores más desfavorecidos que dependen de empleos que de momento han desaparecido con el confinamiento. Aquellos que trabajan desde sus casas son también los que cuentan con los salarios más altos: «Además, las personas con sueldos bajos que aún pueden trabajar están a menudo arriesgando sus vidas, como cuidadores y personal de apoyo de la sanidad, pero también como reponedores, conductores de reparto y limpiadoras».
El FT no oculta que algunas de las medidas más espectaculares, como las decisiones de los bancos centrales de inyectar fondos públicos en la economía, ayudarán sobre todo a los que cuentan con mayores activos, en definitiva, a los más ricos.
Las ideas del artículo son de las que conviene guardar para los próximos meses en algunos países. En España, el PP ya ha dejado claro que el Estado debe asumir el coste mientras que al mismo tiempo debe reducir los impuestos, tanto a los más ricos como a las empresas, así como olvidarse de cambiar las reformas laborales que flexibilizaron el despido. Eso hará que no tarde mucho tiempo en regresar el discurso de la austeridad, una vez que la deuda del Estado aumente de forma colosal. Para aquellos, como los autores del editorial del FT, que confían en la supervivencia del sistema económico actual tal y como lo conocemos, eso sería un error sistémico y de consecuencias impredecibles.