Una idea tan absurda como brillante. Convertir los vídeos de accidentes de tráfico en las calles y carreteras rusas tan habituales en YouTube en una película. Lo hizo Dimitri Kalashnikov en 2016, un apellido muy apropiado para el montaje de una ráfaga constante de barbaridades sobre el asfalto y situaciones tan extrañas que podrían gozar de algunos planos en una película de David Lynch.
Parece ser que es habitual en Rusia que coches o camiones lleven una cámara en el salpicadero apuntando al frente con vistas a reclamaciones al seguro en caso de accidente o para protegerse de apariciones indeseadas de policías corruptos o delincuentes del sector privado. O para dejar constancia de la vez en que mostraste tu relajada discrepancia sobre la maniobra de otro conductor. Cinéma vérité del Salvaje Este o un documental basado en hechos muy reales.