El grupo Khorasan es algo más que un misterio que forma parte de la primera oleada de ataques norteamericanos contra ISIS en Siria. La noticia del bombardeo de objetivos relacionados con este grupo iba acompañada de la información facilitada por Washington de que pretendía realizar un ataque terrorista «inminente» contra EEUU. Esto tuvo un efecto inmediato en la forma en que los medios de comunicación cubrieron la noticia. Se suponía que no era un grupo insurgente sirio más, sino una organización que dependía directamente del actual líder de Al Qaeda, Al Zauahiri.
Desde entonces poco más se ha sabido de ellos, más allá de algunos análisis bastante escépticos sobre su aparición, hasta que hace unos días un equipo del canal de Dubai Al Aan ha obtenido una exclusiva, con imágenes incluidas. De los documentos encontrados entre los escombros del lugar bombardeado, su autora llega a la conclusión de que «lo que los norteamericanos llaman Khorasan es en realidad la Unidad de los Lobos (del que existía constancia antes gracias a algunos vídeos) y otros grupos de combatientes extranjeros enclavados dentro del Frente Al Nusra» (el grupo insurgente sirio que forma parte de Al Qaeda). La mayoría de ellos son miembros no sirios de Al Qaeda que han estado en Pakistán y Afganistán y que ahora están en Siria.
Encontraron también un listado de nombres. Por estos nombres se deduce que proceden de Turquía, Egipto, Yemen, Túnez, Palestina, Serbia y el Cáucaso.
Su misma existencia anterior hace dudar de que se tratara un grupo secreto con aspiraciones –cometer atentados en Occidente– que van mucho más allá de la guerra civil siria. De más está decir que la prioridad del Frente Al Nusra está en Siria y que no es lo mismo querer cometer un atentado en EEUU que estar en condiciones de hacerlo. Los miembros de Al Qaeda en Yemen estarían probablemente encantados de dar ese paso para responder a los innumerables ataques norteamericanos con drones. No hay informaciones que les relacionen directamente con Khorasan.
Ese artículo plantea así dudas sobre la definición de Khorasan como un grupo con entidad propia dentro de Al Qaeda, como así apareció en los primeros días tras el ataque en las declaraciones de las autoridades norteamericanas, empezando por Obama, y en los medios. Parece difícil de creer que estos «experimentados miembros de Al Qaeda», como se les describió, se quedaran en los edificios en los que habían residido durante meses ofreciendo un blanco tan nítido cuando supuestamente tenían entre manos un atentado «inminente» en EEUU.
Las informaciones iniciales precisaban que sus miembros trabajaban en «artefactos explosivos improvisados que serían difíciles de detectar, incluidos aparatos eléctricos portátiles (habituales entre los pasajeros) y el equipaje de mano, como es el caso de objetos de aseo», según por ejemplo CNN, que en estos casos se suele comportar como buzón de salida de las informaciones más dramáticas filtradas por el Pentágono.
Un atentado contra aviones de pasajeros de EEUU, explosivos camuflados en objetos convencionales e imposibles de detectar… ¿Qué votante norteamericano no va a apoyar que les vuelen la cabeza a esa pandilla de indeseables? Así se crea un grupo terrorista en cuestión de semanas, ya que casi nadie conocía la existencia de Khorasan hasta el mes de septiembre. Y con esa amenaza, es sencillo justificar cualquier intervención militar.
Los rótulos en las informaciones televisivas como «El nuevo enemigo» se alternaban con otros como «¿Son más peligrosos que ISIS?», un exceso retórico digno de mención, ya que nos había quedado claro que ISIS era mucho más peligroso que Al Qaeda. El círculo se cerraba de forma paradójica: al final, descubrimos que un grupo reducido que está dentro de Al Qaeda resulta ser más peligroso que el todo en su conjunto. Eso exige un notable salto de fe de los que hemos visto unos cuantos en la «guerra contra el terrorismo».
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Glenn Greenwald recopila todas esas informaciones con las que los medios compraron la versión oficial sobre Khorasan.