Duelo al más alto nivel en la Casa Blanca. Según cuenta Jeffrey Goldberg en Bloomberg, John Kerry lo apostó todo en favor de ataques aéreos sobre territorio sirio, una vez que Washington dio por confirmados los ataques con armas químicas. El objetivo debían ser los aeropuertos y pistas utilizados por el Ejército sirio en su lucha contra los rebeldes. No fue una simple propuesta, sino una reclamación hecha en los términos más directos.
Y quien frenó al secretario de Estado fue el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Martin Dempsey, quien reclamó que Kerry explicará qué pensaba que se debía hacer después de esos ataques. Además, le explicó en detalle las necesidades previas a esa operación, en concreto la eliminación del sistema de defensa antiaérea sirio, para lo que se necesitarían no menos de 700 salidas de aviones. Lo que viene a ser una declaración de guerra.
No sabemos si las fuentes de Goldberg son buenas. Pero no sería la primera vez que un alto cargo civil del Gobierno norteamericano pide alegremente una demostración de poder militar sin ser consciente de las consecuencias, mientras los militares se ocupan de enfriar los ánimos belicistas, al menos hasta que el presidente diga lo contrario.
La idea de una guerra a 10.000 pies de altura ofrece una perversa atracción a los líderes políticos que creen que se puede imponer todo el poder militar de EEUU con un coste bajo (en términos de bajas propias). A la pregunta ‘¿qué hacer el día después del lanzamiento de las bombas?’, no tienen una respuesta tan clara.
Curiosamente en el 16º párrafo de este artículo de hace tres días hay una breve referencia a este asunto: «Ambos altos cargos (dos fuentes anónimas citadas en el artículo) afirman que el Gobierno de Obama no ha realizado prácticamente ninguna planificación sobre la posguerra siria, de igual forma que el Gobierno de George W. Bush no tenía ninguna hoja de ruta para después de la invasión de Irak que no fuera el plan de poner en el poder de forma inmediata al exiliado iraquí Ahmed Chalabi».
Lo que nos lleva a un tema recurrente sobre las opciones que tiene una potencia militar a la hora de elegir el camino de la guerra. Si no es suficiente el suministro de armas a la oposición, ¿aceptarán participar directamente en los combates? ¿Quién va a asumir la reconstrucción del país? ¿Quién la va a pagar? ¿Quién recuperará las armas que se entreguen ahora a los rebeldes? Si los rebeldes más organizados y mejor pertrechados (hasta ahora por Arabia Saudí y Qatar) son grupos yihadistas o extremistas suníes, ¿estarán dispuestos a construir un régimen político que se corresponda con el que prometerán los gobiernos occidentales en bellos discursos cuando tengan que defender su implicación en la guerra?
Parece claro, todo lo que pueda estarlo, que EEUU ha decidido iniciar el proceso que le llevará a implicarse en la guerra civil siria. De qué manera, no lo sabemos, pero de momento el Pentágono ya le ha dicho a Kerry que piense en algo coherente antes de apretar el gatillo.
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Y eso sin hablar de que existen dudas algo más que razonables sobre el uso de armas químicas en Siria: Chemical weapons experts still skeptical about U.S. claim that Syria used sarin.
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David Cameron también tiene algunos problemas para convencer a los diputados de su partido de que ha llegado la hora de armar a los rebeldes. Esta viñeta de The Times ayuda a entender un poco por qué.
Para entender la primera imagen: Abú Qatada es un predicador fundamentalista residente en el Reino Unido al que el Gobierno británico lleva años intentando expulsar del país.
No me creo que sean esas las razones para no haber entrado ya en Siria a sangre y fuego, la verdad. Creo más bien que es la negativa de China y especialmente de Rusia lo que les ha impedido empezar la guerra. Lo grave no sería una declaración de guerra a Assad, todos sabemos que desde el aire y tirando la cantidad de bombas que tiraron en Libia no hay quien se les resista. Lo grave sería que eso podría significar una declaración de guerra a Putin y, aunque eso no supusiera directamente la III guerra mundial, sí que supondría un paso importante más en la vuelta a la guerra fría. ¿Qué impediría a Rusia actuar de la misma manera en zonas bajo su influencia? La verdad, por muy locos belicistas que sean los americanos, no creo que les interese saltarse a la torera la voluntad de Rusia y China en este asunto.
Que apenas unas semanas antes de la tan cacareada «Conferencia de Paz Siria», a la que tan renuente a comparecer ser muestran los «rebeldes», los USA lancen este órdago muestra muy a las claras el enésimo ejemplo de la hipocresía yanqui: ni había armas de destrucción masiva en Irak, ni Gadafi reprimía a su pueblo desde el aire, ni nadie amenaza a Israel a no ser ellos mismos, ni Irán está fabricando armas nucleares, ni los fundamentalistas islámicos era la solución para Afganistán en los años 80,… pero ¿acaso el Amo debe dar alguna razón más allá de su tremendo poder militar?.
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A mí todo esto me parece un despropósito. Y no me creo que Kerry, que fue un soldado muy activo en Vietnam, pretenda semejantes tonterías. No sé qué cuento pretenden vender ni quiénes, pero esa historia es totalmente descabellada.
Yo insisto en que nadie quiere moverle la silla a Al-Assad. No le interesa a nadie, absolutamente a nadie. Una cosa es machacar el país y dejar el régimen debilitado, otra muy diferente derribarlo con las consecuencias que eso tiene. Además, que tonterías estamos diciendo, los primeros que no quieren ni borrachos moverle la silla es Israel, como para pensar que EEUU va a organizar nada sin contar con lo que ellos digan.
Es evidente que el señorito Cheney (y no su teleñeco Bush) tenía muy en mente lo que quería hacer con Iraq una vez ocupado, harina de otro costal es que fuese una sarta de disparates irrealizables (como así ha sido), y que obviamente, nunca puedan hacerse públicas este tipo de cosas, y no sólo por quiénes acabamos pagando las facturas (todas las facturas, incluidas las morales).
También me parece obvio que Obama es lo suficientemente inteligente para entender que la política exterior de EEUU sólo pueda hacer dos cosas: o nada (de nada), o daño. Me parece que está optando, en la medida de lo posible, por lo primero.
Sospecho que el régimen ya ha ganado la guerra, simplemente como Franco se limita a prolongarla para limpiar el país. Es el régimen ahora el que tiene que plantear lo que va a hacer en el futuro, y también me da que están en eso.
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«Yo insisto en que nadie quiere moverle la silla a Al-Assad. No le interesa a nadie, absolutamente a nadie. »
Venía a decir esto.
Pero de cara a la galería no se puede apoyar a un dictador sin petróleo.
Desde luego Cheney sabía muy bien que hacer con Irak: ponerle el país en bandeja a Irán. Y eso es lo que ha hecho, y no se trata de ningún error (esta gente no comete errores de ese calibre). Por lo tanto que nadie espere que vaya a haber un ataque contra Irán o Siria (otra cosa es la palabrería a la que se ven forzados), pues perdería automáticamente todo lo hecho en Irak. Siempre he pensado que es Arabia Saudí la que sale perdiendo, y la que realmente está apoyando las «primaveras árabes», no EE.UU. Y es posible que haya futura guerra, pero entre Irán y Arabia Saudí (esta última apoyada por todos los países suníes). EE.UU. sólo tiene que elegir a cual de los dos va a defender, y eso está bastante claro. Por eso todo este ruido mediático.
Parece que la guerra de Siria se extiende, y un barco norteamericano es hundido.
http://www.dequehablamosahora.com.ar/siria_barco_hundido/
No, las primaveras árabes son espontáneas, nadie las orquesta. Se intentan manipular una vez estalladas, pero nadie las detona. Orquestada es la «oposición» de Venezuela, y la diferencia es bien evidente. De hecho, es increíble que puedas decir eso cuando absolutamente todas y cada una de ellas (las primaveras árabes) los han pillado en bragas (cagadas) a los occidentales, todas y cada una. Irán y Arabia son dos polvorines, peor el segundo, en cualquier momento saltan por los aires de cualquier manera, en Arabia para nada es descartable una guerra civil «dura» (no «blanda» como la de Siria), incluso una partición del país. El tema de Irán es más complejo porque su sociedad es aún mucho más progresista que el régimen en relación a la de Arabia, pero tampoco es descartable una desestabilización que acabe de mala manera.
Esto que vivimos son los estertores del sistema económico (que aún durará al menos una generación), y todas estas turbulencias son completamente normales, en función de lo pilladas que estén las estructuras involucradas.